Niña Aprende a Decir No



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, vivía una niña llamada Sofía. A sus 8 años, Sofía era conocida por su amabilidad. Siempre decía ‘sí’ a todo, ya fuera ayudar a sus compañeros con sus tareas, compartir sus juguetes o participar en actividades que no le gustaban. Sus amigos la querían mucho, pero a veces la hacían sentir un poco abrumada.

Un día, mientras jugaba en el parque, se acercó su amigo Tomás.

"Sofi, ¿quieres jugar al fútbol?" - preguntó, emocionado.

Sofía sintió que no le apetecía correr, pero, como siempre, respondió:

"¡Sí, claro!"

La tarde transcurrió dando patadas al balón, pero cuando Sofía llegó a casa, se sentía cansada y un poco triste. Pasó el siguiente día en la escuela. Laura, su amiga, la buscó durante el recreo.

"Sofía, ¿puedes ayudarme con mi proyecto de ciencias?" - solicitó Laura.

Sofía no sabía nada sobre el proyecto de ciencias, y aunque tenía su propia tarea, contestó:

"Sí, por supuesto, Laura."

Pero el tiempo pasó, y mientras ayudaba a Laura, su propia tarea quedó sin hacer. Más tarde, el maestro les dio una serie de ejercicios que debían entregar al día siguiente.

Esa noche, Sofía, frustrada y cansada, sintió que su corazón pesaba. Se encontró con su perro, Max, que la miraba con ojos llenos de comprensión.

"¡Max! No sé qué hacer. Siempre digo que sí, y termino sintiéndome mal," - le confesó Sofía.

Max, como si entendiera todo, se tumbó a su lado y Sofía decidió que necesitaba algo de ayuda. Esa mañana, decidió visitar a su abuela, una mujer sabia que siempre tenía buenos consejos. La abuela la recibió con los brazos abiertos.

"¿Qué te preocupa, querida?" - le preguntó mientras Sofía se sentaba en la mesa de la cocina, donde el aroma de galletas recién horneadas llenaba el aire.

"A veces siento que no puedo decir que no, y me siento muy cansada," - explicó Sofía.

Su abuela sonrió dulcemente y dijo:

"Querida, aprender a decir no es una habilidad muy importante. Significa cuidar de ti misma. A veces es bueno poner tus necesidades primero. ¿Por qué no practicamos juntos?"

Sofía asintió con la cabeza, intrigada. Su abuela le propuso un juego.

"Imaginemos que tus amigos te piden cosas. Yo haré de tus amigos, y tú debes decir que no cuando realmente no quieras hacer algo."

La abuela comenzó:

"Sofía, ¿puedes dejarme tu muñeca favorita?"

Sofía dudó, sintiendo un tirón en su corazón, pero luego respiró hondo y respondió:

"No, abuela. Esa muñeca es muy especial para mí."

La abuela aplaudió con alegría.

"¡Muy bien! Ahora intenta con otra cosa."

Y así, jugaron toda la tarde, con la abuela presentando diferentes situaciones. Sofía empezó a sentirse más segura. Unos días después, tomándose un tiempo extra para pensar, se recordó a sí misma que ¡podía decir que no!

Esa semana, Laura le pidió que la ayudara con el proyecto de ciencias otra vez.

"Sofía, ¿puedes ayudarme? Es muy difícil y necesito terminarlo rápido."

Con un poco de nerviosismo pero con la práctica en su mente, Sofía sonrió y dijo:

"No, Laura. Tengo que hacer mi propia tarea primero. Pero tal vez podamos trabajar juntas mañana?"

Laura se sorprendió, pero luego sonrió.

"Está bien, Sofi. Gracias por ser sincera."

Esa misma semana, Tomás volvió a invitarla a jugar al fútbol.

"Sofía, ¿jugamos al fútbol después de clases?"

Sofía miró el cielo que amenazaba lluvia y decidió seguir lo que su corazón le decía.

"No, Tomás. Prefiero quedarme adentro y leer un libro. Quizás después podemos jugar en otro momento.”

Tomás pareció comprender y asintió.

"Está bien, Sofi. ¡Leer también es genial! ”

A medida que pasaron los días, Sofía se dio cuenta de que decir que no la hacía sentir poderosa. Sus amistades mejoraron, y sus amigos empezaron a respetar más sus deseos y sentimientos.

Un día, mientras jugaban, Max observó de lejos con la mirada satisfecha. Sofía se dio cuenta de que había aprendido una lección valiosa: decir no no significaba que no fuera amable, ¡sino que también se quería a sí misma!

Y así, Sofía se convirtió en un maravilloso ejemplo para todos los niños del pueblo, mostrándoles que ser amable no significa que deban llevar una carga sobre sus espaldas. Desde ese día, ella dijo 'sí' cuando realmente quería, y 'no' cuando era necesario, y su sonrisa brillaba aún más.

Sofía y Max compartieron muchas otras aventuras y juntos disfrutaron de la dulce libertad de poder ser honestos consigo mismos y con los demás.

Y así, Sofía aprendió a decir no, no solo para cuidar de sí misma, sino para vivir la vida de manera auténtica y feliz.

FIN.

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