Niña Aprende a Decir que No



Era un día soleado en el barrio de Los Arcos, donde vivía una niña llamada Sofía. A sus ocho años, Sofía era conocida por ser muy amable. Siempre ayudaba a sus amigos y aceptaba cualquier invitación, aunque a veces, no tenía ganas de hacerlo. Sus amigos la adoraban, pero a veces le decían:

"Sofi, ven a jugar al parque."

"Claro, aunque estoy cansada. ¡Vamos!"

Un sábado por la mañana, Sofía se despertó muy emocionada. Había una feria en el parque, pero también se sentía un poco cansada.

"Hoy quiero quedarme en casa y leer mi libro favorito", se dijo a sí misma. Pero de repente sonó el teléfono.

"¡Hola Sofí! Soy Juli, vení a la feria, va a estar buenísimo!"

"Mmm... suena divertido, pero..."

"¿Pero qué?"

"Nada, voy a cambiarme y voy para allí."

Así fue como Sofía salió de casa, aunque en el fondo prefería haber disfrutado de un rato tranquila con su libro. En la feria, sus amigos estaban comiendo algodones de azúcar y subiendo a los juegos.

"¡Sofi, vení a probar la montaña rusa!" gritó Tomás.

"Sí, no quiero perderme eso!"

Mientras esperaba en la fila, Sofía comenzó a sentirse mareada. En ese momento, recordó que había querido decir que no. Sintió una punzada en su corazón.

"Juli, creo que no puedo subir, me siento un poco mal..."

"¿Pero ya estamos aquí? No seas miedosa!"

"No es por miedo, solo que quiero descansar."

A medida que subieron a la montaña rusa, Sofía se sintió aún más incómoda. La risa de sus amigos ya no la hacía feliz. Cuando por fin bajaron, Sofía se acercó a Juli.

"Juli, necesito hablarte."

"¿Qué pasa?"

"No quiero subir más juegos. Estoy cansada."

"Pero..."

Antes de que Juli pudiera contestar, Sofía siguió hablando:

"Entiendo que a todos les gusta, pero yo prefiero ir a ver las manualidades o a una carpa más tranquila. ¿Te parece?"

Juli miró a Sofía y se dio cuenta de que su amiga solo quería pasar un buen rato de manera diferente.

"Está bien, vamos a ver las manualidades, así todos podemos disfrutar. Son divertidas también!"

Sofía se sintió aliviada. Por primera vez, había logrado expresar lo que realmente quería. A partir de ese día, Sofía decidió que no siempre tenía que decir que sí.

Con el tiempo, sus amigos supieron que, aunque Sofía era amable, también tenía sus límites y preferencias. Un día, en la escuela, la maestra preguntó:

"¿Qué harían si algún compañero les pide hacer algo que no quieren?"

"¡Yo diría que no!" exclamó Sofía, muy segura.

"¿Cómo lo harías, Sofía?" preguntó la maestra.

"Con respeto y amabilidad. Como lo hice el día de la feria."

Aplausos llenaron el aula. Sofía se sentía orgullosa de sí misma. La despedida de un día lleno de aprendizajes fue en el parque, donde se despidió de sus amigos con una sonrisa.

"¿Alguna vez van a querer hacer algo que no me gusta?"

"¡Nunca! Ahora sabemos que también hay que preguntarles a los demás!"

"Sí, porque todos tenemos gustos distintos."

Desde ese día en adelante, Sofía aprendió a decir que no cuando su corazón se lo pedía. Y sus amigos, por su parte, comenzaron a respetar sus decisiones. Sofía comprendió que era fundamental cuidar de sus propios deseos y emociones, y eso la hizo más fuerte y feliz.

Así, se convirtió en una niña valiente que valoraba sus propias elecciones, compartiendo risas, juegos y momentos especiales con sus amigos. Y cuando era tiempo de decir que no, lo hacía con amor y confianza, porque sabía que eso era parte de ser una buena amiga y de cuidar de uno mismo.

Y así Sofía vivió numerosas aventuras, siempre recordando la importancia de decir que no cuando era necesario.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!