Nina, Jacky y el Baile de la Boda



Nina y Jacky llegaron tarde a la boda más esperada del año. Las luces del salón brillaban como estrellas en la noche, y una melodía alegre llenaba el aire. Cuando cruzaron la puerta, todos los ojos se volvieron hacia ellos.

- ¡Mirá! ¡Son Jacky y Nina! -exclamó un niño de la fiesta, señalándolos.

- ¡Hola! -respondieron ambos sonriendo.

Jacky estaba emocionado por mostrar su trabajo reciente.

- Hice unas fotos estupendas de la Princesa de Mónaco. Fotografié las mejores poses de la Princesa durante la gala. Fue un momento mágico, -dijo Jacky, con los ojos brillando de alegría.

Nina se movía de un lado a otro, observando el ambiente. - ¡Debemos disfrutar de este baile! -declaró.

Pero a los pocos minutos, un murmullo recorrió el salón.

- Algo pasa, -susurró un niño pequeño que estaba cerca. - La novia parece preocupada.

Nina y Jacky se miraron. Sin pensarlo, decidieron acercarse. Al llegar a donde se encontraba la novia, la encontraron con una expresión de preocupación.

- ¿Qué sucede? -preguntó Nina.

- La tiara que iba a usar se ha perdido, -dijo la novia, con lágrimas en sus ojos. - Sin ella, no puedo sentirme como una verdadera princesa.

Jacky miró a Nina y, en un instante, tuvieron una idea.

- ¡Podemos ayudarte! -dijo Jacky. -Sé que hay algo brillante en el vestidor. ¡Vamos a buscarlo!

Nina asintió. - Yo me encargaré de buscarlo en la habitación de al lado.

Ambos corrieron hacia el vestidor. En el camino, se encontraron con algunos de los invitados que también estaban preocupados.

- ¿Qué pasa? -preguntó un anciano.

- La novia perdió su tiara, -explicó Nina.

- No te preocupes, -dijo el anciano. - ¡El amor es más importante que cualquier joya!

Pero Nina y Jacky tenían una misión. Al llegar al vestidor, encontraron una hermosa diadema que brillaba intensamente.

- ¡Mirá, Jacky! ¡Esto podría servir! -dijo Nina, levantando la diadema.

- ¡Es perfecta! -exclamó Jacky.

Rápidamente, emprendieron el camino de regreso hacia la novia. Al llegar, la novia miró sorprendida.

- ¿Qué es eso? -preguntó.

- ¡Es tu tiara! -gritó Nina, colocándola en la cabeza de la novia.

La novia sonrió y su expresión de tristeza se transformó en una enorme alegría.

- ¡Es hermosa! Gracias, chicos. Ahora sí, me siento como una verdadera princesa, -dijo feliz.

De repente, la música comenzó a sonar de nuevo, y todos los invitados se unieron para celebrar. Jacky y Nina tomaron sus cámaras, listos para captar cada momento del baile.

- ¡Vamos a hacer algunas fotos! -dijo Jacky.

Mientras bailaban, Jacky tomó una fotografía de la novia sonriendo.

- ¡Esto va a ser un recuerdo increíble! -afirmó mientras revisaba la foto. - Capturamos la verdadera felicidad.

El baile continuó y la novia, ahora radiante, se unió a Jacky y Nina para una foto grupal, rodeada de sus mejores amigos.

- ¡No puedo creer que todo salió bien! -dijo la novia con una sonrisa.

- A veces, un pequeño acto de bondad puede cambiar el día de alguien, -dijo Nina. - Es lo mejor de ser amigos, estar ahí unos para otros.

Al final de la noche, Jacky y Nina se sintieron llenos de alegría. Habían no solo disfrutado de la boda, sino que también habían ayudado a alguien en el camino.

- Me alegra que estemos aquí, Nina. -dijo Jacky.

- Yo también, Jacky. La mejor parte de esta noche no fueron solo las fotos de la Princesa, sino poder hacer sonreír a alguien. -respondió Nina.

Y así, entre risas y baile, las dos amigas disfrutaron del resto de la fiesta, recordando siempre lo importante que es ayudar a los demás.

Cuando se retiraron, Nina miró a Jacky y dijo: - Me encanta ser fotógrafa. Siempre que puedo ver la felicidad de los demás, me siento afortunada.

- ¡Y yo me siento afortunado de tenerte como amiga! -respondió Jacky.

Y así, regresaron a casa, sabiendo que la verdadera magia de la vida está en los momentos compartidos y en la bondad que podemos ofrecer.

FIN.

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