Nina y el examen de matemáticas



Era un día soleado en la escuela Primaria San Martín, y los alumnos estaban emocionados porque ese viernes tendrían un examen muy especial de matemáticas. Nina, una niña con mucha energía y creatividad, estaba más interesada en jugar con sus amigos que en estudiar.

"Nina, ¿no vas a repasar para el examen de matemáticas?" - le preguntó su amiga Lila mientras se sentaban juntas en el almuerzo.

"Nah, Lila... ¿para qué? Siempre puedo improvisar. Además, tengo más cosas divertidas para hacer" - respondió Nina, encogiéndose de hombros.

El día del examen llegó y la maestra, la señorita Marisol, pasó por las filas repartiendo hojas.

"Buenos días, chicos. Hoy es el día de demostrar lo que han aprendido. Recuerden, prepararse es importante. Así que, ¡a dar lo mejor!" - dijo la señorita Marisol con una sonrisa.

Nina miraba el papel en blanco. Puede que no había estudiado, pero confiaba en su suerte. Cuando la profe dijo "¡Empiecen!", Nina comenzó a escribir. Pero pronto se dio cuenta de que no sabía las respuestas.

"¿Cómo se hace esta suma?" - se preguntó, mientras sus ojos pasaban de una pregunta a otra.

"Esto no puede ser tan difícil..." - pensó, sintiéndose cada vez más frustrada.

Después de una hora, Nina entregó su examen. No pudo evitar sentir un nudo en el estómago mientras se sentaba nuevamente en su pupitre. Más tarde, la maestra corrigiendo los exámenes llegó al escritorio de Nina.

"Nina, tengo que hablar contigo. Tu examen no fue muy bien. ¿Qué te pasó?" - preguntó la señorita Marisol con una mirada comprensiva.

"No estudié, señorita Marisol. Pensé que podía hacerla sin repasar" - admitió Nina, bajando la vista.

"Entiendo que las cosas pueden ser divertidas, pero prepararse es importante. No te desanimes, todos cometemos errores. Lo que importa es aprender de ellos" - dijo la maestra animándola.

Esa noche, Nina no podía dejar de pensar en lo que había pasado. Se dio cuenta de que no solo desaprobó el examen, sino que también había perdido la oportunidad de demostrar lo que realmente podía lograr. Entonces, decidió levantarse temprano al día siguiente para estudiar un poco antes de la escuela.

"Hoy voy a hacer una nueva estrategia" - se prometió a sí misma mientras repasaba las tablas de multiplicar y problemas de suma.

Con el tiempo, la señorita Marisol decidió hacer una nueva evaluación con ejercicios más lúdicos, para que todos los estudiantes pudieran tener otra oportunidad.

"Hoy, chicos, en vez de un examen tradicional, vamos a hacer un juego de matemáticas. Resolveremos problemas de forma divertida en equipos" - anunció.

Nina estaba emocionada por la idea del juego.

"Esto es justo lo que necesitamos, ¡vamos a hacerlo!" - dijo a sus compañeros de equipo.

Trabajaron juntos, riendo y compartiendo ideas, mientras resolvían los problemas. Nina se sintió segura y feliz al participar activamente. Cuando terminó el juego, los resultados fueron sorprendentes: el equipo de Nina había ganado.

"Muy bien, todos. ¡Felicidades! Han demostrado que el trabajo en equipo es fundamental y que se puede aprender divirtiéndose" - las palabras de la señorita Marisol resonaron en el corazón de todos.

Desde ese día, Nina comprendió la importancia de prepararse y cómo el aprendizaje podría ser también divertido. Junto a sus amigos, crearon un club de estudio para ayudarse mutuamente en las materias.

"Es mucho mejor estudiar juntos y hacer de esto una aventura" - propuso Nina.

Y así, la historia de Nina y su examen se convirtió en una lección sobre el valor de la preparación y el trabajo en equipo. La diversión nunca faltó y con cada nuevo desafío, ¡aprendieron aún más!

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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