Nina y el Huerto Mágico
Era un día brillante y soleado en la escuela de Nina. Las flores bailaban al ritmo del viento mientras ella jugaba en el patio. De repente, recordó que la maestra Ana había mencionado un huerto especial que tenían en la parte trasera del edificio. Curiosa, decidió ir a explorar.
Cuando llegó al huerto, su nariz se llenó de olores frescos y exquisitos. Nina miró a su alrededor y vio muchas plantas con hojas verdes y brillantes. Con un toque de duda, se acercó a una planta con hojas alargadas y un aroma intenso.
"¡Mmm! ¿Qué será esto?", se preguntó Nina, mientras olfateaba la planta.
De inmediato, sintió como si un pequeño rayo de sol la llenara de energía. Se inclinó más cerca y dijo:
"¡Huele tan rico! ¡¿Qué planta eres? !"
Justo en ese momento, escuchó una voz suave que respondía:
"¡Hola, Nina! Soy el romero."
Nina se quedó boquiabierta. "¿Cocinas?"
"Sí, pero soy más que eso. También ayudo a la memoria y le doy buen sabor a la comida", explicó orgullosamente.
Nina sonrió, emocionada por conocer a su primera planta aromática. Se puso de pie y siguió explorando. Más adelante, se encontró con una planta de hojas anchas.
"¡Hola, soy la albahaca!", dijo la planta con un acento divertido.
"¡Wow! ¡Hueles a pizza! ¿Qué más haces?", preguntó Nina con los ojos llenos de curiosidad.
"Participó en un montón de recetas ricas y además, si me usas para hacer una infusión, ¡te dejaré relajada!", contestó la albahaca.
Nina no podía creer lo que escuchaba. Cada planta que conocía parecía tener una historia especial. Al poco tiempo, se encontró frente a otra planta con flores moradas y aroma dulce.
"¡Hola! Soy la lavanda", dijo la planta con voz suave.
"¿Y tú, qué haces?", preguntó Nina intrigada.
"Soy buena para hacer que la gente se sienta tranquila, ¡y también perfumo la ropa!", respondió la lavanda, mientras agitaba sus flores.
Nina pensó en todas las cosas que podría preparar con esas hierbas y se sintió muy feliz. Pero justo cuando estaba lista para seguir explorando, se dio cuenta de que el cielo comenzaba a oscurecerse.
"Oh no, creo que debo volver a clase antes de que me llamen", dijo Nina con tristeza.
"¡Espera!", gritó el romero.
"Sí, ¿qué pasa?" preguntó Nina, deteniéndose.
"Si quieres, puedes llevarte algunas hojitas en tu bolsillo. Así puedes recordarnos y seguir aprendiendo sobre nosotros. ¡Prometemos que volveremos a charlar!"
Nina, emocionada, tomó un par de hojitas de cada planta mientras sonreía.
"¡Gracias, plantas! ¡Volveré a verlos pronto!", exclamó.
Regresó a clase y todas sus amigas la miraron curiosas.
"¿Qué tenés en el bolsillo, Nina?", preguntó una de ellas.
"¡Hojas mágicas! Son de plantas aromáticas que ayudan a cocinar y te hacen feliz", contestó levantando las hojas en el aire.
Las amigas se acercaron con gran interés.
"¿Podemos probar?"
Nina asintió y con una gran sonrisa, les habló de todo lo que había aprendido en el huerto. Desde ese día, las plantas aromáticas se convirtieron en sus amigas especiales y Nina decidió que un día, junto a sus amigas, harían una fiesta de sabores con las plantas que había conocido, llenando su escuela de aromas y risas.
Y así, comenzó la aventura de Nina en el mágico mundo de las plantas aromáticas, donde cada olor era un nuevo descubrimiento y cada día era una nueva oportunidad de aprender y compartir. ¡Fin!
FIN.