Niño Aprende de la Amabilidad



Había una vez un niño llamado Lucas, que vivía en un pequeño barrio de una ciudad llena de colores y risas. Lucas era un chico alegre, pero tenía un pequeño problema: a menudo olvidaba ser amable con los demás. Prefería jugar solo, sin preocuparse por los sentimientos de sus amigos.

Un día, mientras jugaba en el parque, vio a un grupo de niños riendo y jugando a la pelota. Se acercó y, sin pensarlo, dijo:

"¿Me dejan jugar con ustedes?"

Los niños miraron a Lucas y uno de ellos, llamado Tomás, respondió:

"Claro, pero primero vamos a presentarnos. Yo soy Tomás."

Los otros niños presentaron también, pero Lucas sólo se quedó callado. Se unió al juego, pero no se preocupaba por pasar la pelota o preguntar si alguien quería jugar. Todo iba bien hasta que se golpeó la rodilla y cayó al suelo. Se sintió muy triste y, en lugar de pedir ayuda, se quedó callado.

Unos minutos después, una niña llamada Sofía se acercó preocupada:

"¿Estás bien, Lucas? Te vi caer."

Lucas, apenado, respondió:

"Sí, solo fue un pequeño golpe."

Sofía lo miró con compasión y dijo:

"No te preocupes, a todos nos pasa. ¿Quieres que te ayude a levantarte?"

Lucas asintió y Sofía lo ayudó. En ese momento, Lucas sintió calidez en su corazón. Estaba agradecido y, de repente, se dio cuenta de lo bonito que era recibir amabilidad.

Decidió que, a partir de entonces, iba a intentar ser más amable. Al día siguiente, mientras jugaba en su casa, vio a un vecino viejo llamado Don Manuel, que estaba luchando para llevar una caja pesada a su casa. Lucas recordó la amabilidad de Sofía y decidió ayudar.

"¡Hola, Don Manuel! ¿Necesita ayuda con eso?"

El anciano sonrió al ver a Lucas.

"¡Oh, muchacho! Sí, por favor, me encantaría."

Lucas tomó la otra parte de la caja y juntos la llevaron hasta la puerta de la casa. Don Manuel le agradeció, diciendo:

"Eres un buen chico, Lucas. La amabilidad siempre regresa a quienes la ofrecen."

Lucas sonrió, sintiéndose orgulloso de su acto de bondad. Al día siguiente en el parque, decidió invitar a Sofía y a los otros niños a jugar juntos.

"¿Quieren jugar a la pelota?"

Los niños se miraron sorprendidos, ya que Lucas nunca había sido tan abierto. Sofía, emocionada, respondió:

"¡Sí, claro! Es una gran idea."

Mientras jugaban, Lucas se ocupó de pasar la pelota a todos y de alentarlos. Con cada pase y cada sonrisa, sintió que el juego era más divertido y que la felicidad era contagiosa.

Un tiempo después, mientras descansaban, Tomás le dijo:

"Lucas, ¿dónde aprendiste a ser tan amable?"

Lucas, recordando a Sofía y a Don Manuel, respondió:

"Me di cuenta de que ser amable no solo hace feliz a los demás, sino que también me hace feliz a mí. Gracias, Sofía, por ayudarme a entenderlo."

Sofía sonrió

"Siempre estaré aquí para ayudar, como tú lo hiciste con Don Manuel."

Desde ese día, Lucas se convirtió en un niño que no solo jugaba, sino que compartía su alegría y amabilidad con todos a su alrededor. Aprendió que un simple gesto de bondad podía cambiar el día de alguien y que la amistad y el cariño se construyen con actos de amabilidad.

Y así, en un barrio donde antes Lucas jugaba solo, ahora era conocido como el niño más generoso y amable, haciendo que todos se sintieran bienvenidos y felices.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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