Nino el Mono y la Gran Fiesta de las Bananas



Era un hermoso día soleado en la selva. Las hojas verdes brillaban con el calor del sol, y Nino, un pequeño mono de pelaje marrón, estaba muy emocionado porque ese día iba a organizar una gran fiesta para todos sus amigos.

Nino era un mono muy especial. ¡Le encantaban las bananas! No solo le gustaba comerlas, sino que también adoraba compartirlas con sus amigos. Así que decidió que su fiesta tendría como tema principal a las bananas.

"¡Voy a invitar a todos!", gritó Nino mientras saltaba de rama en rama.

Comenzó a hacer su lista de invitados: el loro Lorenzo, la ardilla Sofía, la tortuga Tata y el elefante Ema. Luego de escribir sus nombres, corrió a buscar a Lorenzo.

"¡Lorenzo!", llamaba Nino, "¡estoy organizando una fiesta de bananas! ¿Vas a venir?"

"¡Claro, Nino! No puedo resistirme a una buena fiesta. ¡Las bananas son mis frutas favoritas!", respondió Lorenzo emocionado.

Después fue a buscar a Sofía.

"¡Sofía!", exclamó Nino, "hoy por la tarde habrá una fiesta de bananas. ¿Te gustaría venir?"

"¡Sí! Pero, ¿qué tal si traigo algunas nueces para compartir también?", sugirió Sofía, que siempre tenía una idea creativa.

"¡Me encanta! Todos podremos disfrutar de algo rico", dijo Nino mientras sonreía.

Luego, se acercó a Tata.

"¡Tata!", gritó Nino al ver a la tortuga, que avanzaba lentamente por el camino. "¿Te gustaría venir a mi fiesta de bananas?"

"¡Por supuesto, Nino! Pero, ¿qué tal si traigo mi ensalada de hojas verdes?", respondió tata, a la que le encantaba comer sano.

Finalmente fue a ver a Ema.

"¡Ema!", llamó Nino con alegría. "Estoy haciendo una fiesta de bananas, ¿te gustaría venir?"

"¡Sí, Nino! Quizás pueda traer un poco de zumo de frutas también", contestó Ema, que soñaba en grande.

¡Todo estaba listo para la fiesta! Nino se puso a recoger las bananas más grandes y amarillas que pudo encontrar. Cuando llegó la tarde, todos los amigos empezaron a llegar a la gran fiesta.

Mientras Nino colocaba las bananas sobre una gran hoja, Sofía apareció con sus nueces, Tata trajo su ensalada, y Ema llegó con el fresco zumo de frutas.

"¡Esto va a ser increíble!", saltó Nino.

Pero justo cuando estaban a punto de comenzar a comer, un zorro travieso llamado Zippy apareció.

"¿Qué es todo este alboroto?", preguntó con una sonrisa burlona.

Los amigos de Nino se miraron un poco nerviosos. Zippy era conocido por hacer travesuras.

"Nada de esto es para vos, Zippy. Es nuestra fiesta", dijo Lorenzo, tratando de ser valiente.

"¿Y qué me impide llevarme esas bananas para mí?", preguntó Zippy mientras daba un paso hacia la mesa.

Nino sintió que su corazón latía más rápido.

"¡Espera, Zippy!", exclamó Nino. "¿No quieres quedarte y participar? ¡Podemos compartir!"

Zippy se detuvo y pareció pensarlo.

"¿De verdad?"

"Sí, claro. Siempre es más divertido compartir. Al fin y al cabo, ¡hay suficientes bananas para todos!", dijo Nino, extendiendo su mano hacia el zorro.

Los amigos miraron a Nino con asombro.

Zippy sonrió y aceptó.

"Está bien, está bien. Me gusta que compartas. Pero solo si hay suficientes para mí", dijo el zorro medio bromista.

Entonces, Nino decidió invitar a más animales de la selva.

"Vengan, todos son bienvenidos. ¡Hoy celebramos la amistad y compartir!", gritó Nino.

Pronto, otros animales empezaron a llegar: el ciervo Diego, la rana Rita y hasta el perezoso Simón. La fiesta se llenó de risas y música.

Cada uno trajo algo diferente. Jugaron juegos, bailaron y, lo mejor de todo, compartieron. Zippy quedó sorprendido al ver lo bien que se sentía ser parte de la fiesta y disfrutar junto a todos.

Al final del día, Nino se dio cuenta de que compartir no solo le daba alegría a otros, sino que también lo hacía sentir bien a él.

"Nunca pensé que incluir a Zippy sería tan divertido", dijo Rosa.

"¿Ves?", aclaró Nino. "La amistad y compartir hacen que todo sea más especial. ¡El mundo es mejor cuando compartimos!"

Desde ese día, Zippy se convirtió en uno de los mejores amigos de Nino, y juntos, compartieron muchas más fiestas y aventuras en la selva.

Y así, Nino el mono aprendió que compartir es una forma maravillosa de crear lazos y alegrar el corazón de todos.

FIN.

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