¡Nino y su victoria en el baño!


Había una vez un niño llamado Nino que siempre tenía problemas para ir al baño. Cada vez que necesitaba hacer popo, se ponía muy nervioso y asustado.

No importaba cuántas veces sus padres le dijeran que no había nada de qué preocuparse, Nino simplemente no podía relajarse lo suficiente como para hacer su necesidad. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Nino sintió ese conocido retorcijón en su estómago.

Sabía que tenía que ir al baño, pero el miedo se apoderó de él una vez más. Intentó ignorar la sensación incómoda y continuó jugando. A medida que pasaba el tiempo, Nino comenzó a sentirse cada vez más incómodo.

Su estómago estaba haciendo ruidos extraños y sentía ganas de correr hacia el baño. Pero algo dentro de él le decía "no puedes hacerlo". Entonces decidió buscar ayuda.

Nino se acercó a su amiga Lola, quien siempre parecía ser muy valiente y segura de sí misma. Le contó sobre su problema y cómo le resultaba tan difícil ir al baño cuando realmente lo necesitaba. Lola escuchó atentamente a Nino y luego sonrió con confianza. "-No te preocupes, Nino", dijo ella-.

"Sé exactamente cómo ayudarte". Lola llevó a Nino hasta un árbol cercano donde había una ardilla juguetona trepando por las ramas. "-Mira esa ardilla", dijo Lola-.

"Siempre está llena de energía y nunca tiene miedo de hacer lo que necesita hacer". Nino observó a la ardilla con atención y se dio cuenta de que Lola tenía razón. La ardilla no parecía preocupada por lo que los demás pensaran de ella, simplemente hacía lo que necesitaba hacer.

Inspirado por la valentía de la ardilla, Nino decidió que era hora de enfrentar su miedo y hacer algo al respecto. Se despidió de Lola y corrió hacia el baño más cercano.

Al entrar en el baño, Nino respiró profundamente e intentó relajarse. Recordó las palabras de Lola y cómo la ardilla no tenía miedo. "-No tengo por qué tener miedo", se dijo a sí mismo-. "Solo tengo que hacerlo".

Con cada exhalación, Nino sintió cómo su nerviosismo comenzaba a desvanecerse lentamente. Finalmente, pudo sentarse en el inodoro sin sentir ese temor abrumador. Pasaron unos minutos y entonces... ¡sucedió! Nino hizo popo contento.

Sintió un gran alivio y una sensación de orgullo llenó su corazón. Cuando salió del baño, Nino estaba radiante de felicidad. Corrió hacia donde estaba Lola para contarle sobre su logro. "-¡Lo hice!", exclamó emocionado-. "Gracias por darme valor".

Lola sonrió ampliamente y aplaudió a su amigo. "-Estoy muy orgullosa de ti, Nino", dijo ella-. "Ahora sabes que no hay nada que temer cuando tienes que ir al baño".

Desde ese día en adelante, Nino ya no tuvo miedo ni problemas para ir al baño cuando lo necesitaba. Aprendió la importancia de enfrentar sus miedos y de confiar en sí mismo. Y así, Nino vivió feliz y tranquilo sabiendo que nunca más tendría que preocuparse por hacer popo contento.

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