Nito y Gaby en el Parlacen
Era una mañana soleada en la ciudad de Buenos Aires, y Nito y Gaby, dos amigos inseparables, estaban sentados en su parque favorito, bajo la sombra de un gran árbol. Nito tenía una idea brillante.
"Gaby, ¿te imaginás poder ir al Parlacen?" -exclamó Nito, sus ojos brillando de emoción.
"¿El Parlacen? ¿Pero qué es eso?" -preguntó Gaby, frunciendo el ceño. Aunque había oído del parlamento centroamericano, no sabía exactamente de qué se trataba.
"Es un lugar donde se toman decisiones importantes para ayudar a la gente de varios países. ¡Podríamos aprender un montón de cosas!" -explicó Nito, con entusiasmo.
"Suena genial, pero... ¿cómo llegamos?" -dijo Gaby, ahora un poco dudosa.
Nito pensó un momento y luego respondió:
"Podemos organizar un viaje escolar. ¡Podemos pedirle a la maestra Isabel que nos ayude!"
Gaby sonrió, convencida por la idea.
"¡Súper! Vamos a hablar con ella ahora mismo."
Los dos amigos corrieron hacia la escuela, con el corazón latiendo fuerte por la emoción. Cuando llegaron, encontraron a la maestra Isabel en su salón de clases, revisando algunos trabajos.
"Señorita Isabel, ¡tenemos una propuesta!" -dijo Nito, tratando de controlar su respiración.
"¿Y de qué se trata?" -preguntó la maestra, mirándolos con curiosidad.
"Queremos ir al Parlacen. Para aprender sobre cómo se hacen las leyes y ayudar a la gente de los países de Centroamérica!" -explicó Gaby, entusiasmada.
La maestra se quedó pensando un momento.
"Es una gran idea, chicos, pero necesitamos saber si se puede organizar y también si hay suficiente interés en la clase. Haremos una encuesta y luego lo discutimos juntos. ¿Les parece?"
Nito y Gaby asintieron, sintiéndose motivados por la respuesta positiva de su maestra. Al día siguiente, la maestra pidió a los alumnos que levantaran la mano si también les gustaría visitar el Parlacen. Con gran sorpresa, casi todos los chicos se mostraron interesados.
"¡Perfecto! Tendremos un viaje escolar al Parlacen!" -anunció la maestra.
La emoción invadió el salón y los dos amigos celebraron a lo grande. Sin embargo, las semanas pasaron y el viaje requería preparación.
"¿Estás lista para hacer etiquetas para nuestras mochilas, Gaby?" -preguntó Nito.
"Sí, pero también necesitamos investigar sobre el Parlacen. Hay que mostrar que estamos preparados" -respondió Gaby, abriendo su cuaderno.
Los días siguientes, ambos pasaron largas horas estudiando sobre la historia del Parlacen, los países que lo componen, y sus funciones. Se dieron cuenta de que era más que solo un edificio; era un lugar donde se buscaba la integración y el bienestar de la región.
Finalmente, llegó el día del viaje. El grupo de estudiantes abordó el autobús con una mezcla de nerviosismo y alegría. Durante el viaje, Nito y Gaby se pasaban información el uno al otro, como si fueran pequeños profesores, haciendo bromas y aprendiendo de lo que decían los otros compañeros.
Cuando llegaron al Parlacen, se maravillaron ante la arquitectura y la energía del lugar.
"¡Mirá, Nito! Hay tantas banderas. Cada una representa a un país diferente!" -dijo Gaby, señalando las banderas colgadas en el vestíbulo.
Los chicos fueron recibidos por un guía que les explicó sobre el funcionamiento del parlamento. Venían diferentes delegados de varios países, y algunos de sus compañeros levantaban la mano para hacer preguntas.
Nito finalmente se animó a preguntar:
"¿Qué hacen para resolver desacuerdos entre los países?"
El guía sonrió y explicó:
"Es un proceso complicado, pero trabajamos juntos. La comunicación es clave. A veces hay que buscar soluciones creativas. Y lo más importante, es escuchar a todos los involucrados."
Nito y Gaby intercambiaron miradas asombradas, comprendiendo la importancia de la tolerancia y el diálogo.
Cuando terminó la visita, el grupo se reunió para compartir sus impresiones y aprender unos de otros.
"¡Hoy aprendí que todos somos distintos y eso es lo que nos hace especiales!" -dijo Gaby, feliz.
"Sí, y que las opiniones pueden ser diversas, pero siempre podemos encontrar un acuerdo a través del respeto" -añadió Nito, con la mirada brillando de satisfacción.
El regreso en el autobús fue lleno de risas y charlas animadas. Habían vivido una experiencia inolvidable, aprendiendo sobre la importancia de la unidad y el diálogo entre diferentes culturas. Nito y Gaby, al llegar a su hogar, ya estaban listos para compartir todo lo que habían aprendido con sus familias y amigos.
"Me encanta que decidimos venir aquí, Gaby. No solo hemos visto un lugar increíble, sino que también hemos aprendido algo valioso que llevaremos para siempre" -concluyó Nito.
"¿Y si hacemos un club para seguir aprendiendo sobre la cultura de otros países?" -sugirió Gaby, emocionada.
"¡Eso sería genial! ¡Vayamos a contárselo a la maestra Isabel!" -respondió Nito, entusiasmado.
Y así, esos dos pequeños soñadores comenzaron su travesía hacia el conocimiento y la apertura hacia el mundo, demostrando que cualquier aventura comienza con una idea y ¿quién sabe a dónde los llevará esa nueva aventura del saber?
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.