Noa y la Aventura en la Piscina
Era un caluroso día de verano, y Noa, con apenas 4 años, estaba muy emocionada. Su mamá, Alicia, la llevó a la piscina del barrio. Noa saltaba de alegría mientras caminaban por el jardín de su casa.
"¡Mamá, no puedo esperar a chapotear en el agua!" - decía Noa, moviendo sus pequeños brazos como si fueran a volar.
Alicia sonrió y le respondió:
"Yo también tengo ganas, Noa. Pero recuerda que hay que tener cuidado y seguir siempre las reglas de la piscina."
Noa asintió con la cabeza, aunque su mente ya estaba tomando forma de un gran pez nadador. Cuando llegaron a la piscina, se encontraron con un lugar lleno de risas y chapoteos. Niños flamencos, pelotas de colores y flotadores por todas partes.
"Mirá, mamá, ¡hay un tobogán gigante!" - exclamó Noa señalando con entusiasmo.
"Sí, pero antes de subirmos, ¿qué te parece si practicamos cómo flotar en el agua?" - sugería Alicia.
Noa dudó por un momento. Ella había visto a muchos niños nadar, pero nunca había intentado flotar ella misma. Su corazón latía rápido mientras respondía:
"Está bien, mamá. ¡Voy a ser una gran nadadora!"
Alicia se sonrió al ver la determinación de su hija y la guió hacia el área donde el agua era poco profunda. A medida que entraban, Noa sintió el agua fría en sus piernas, y de pronto, su emoción se convirtió en un ligero temor.
"Mamá, ¿y si me hundo?" - preguntó, mirando a su madre con ojos grandes.
"No te preocupes, hija. Estoy aquí contigo. ¿Ves? Primero vamos a respirar profundamente y luego te ayudo a flotar. Confía en mí."
Noa respiró profundamente, y siguiendo los pasos de su madre, se dejó caer hacia atrás con un ligero grito.
"¡Ayyyy!" - luego, al notar que el agua la sostenía, comenzaron a reírse juntas.
"¡Ves! Mirá cómo floto. ¡Soy una estrella de mar!" - dijo Noa, empujando el agua con sus manos y riendo.
Después de practicar un rato, Noa se sintió más segura y lista para el tobogán. Una vez más miró hacia la estructura enorme y se dejó llevar por la emoción.
"Voy a ser como un pez volando, mamá. ¡Vamos!" - grito, corriendo hacia el tobogán.
Se sumó a la fila, pero a medida que se acercaba a su turno, su corazón comenzó a latir con fuerza otra vez. Al llegar frente al tobogán, vio que algunos niños saltaban al agua riendo.
"Mamá, tengo miedo..." - dijo Noa, retrocediendo un paso.
Alicia se agachó y sostuvo su mano.
"Es normal tener miedo, Noa. Pero recuerda que jamás te dejaré sola. Si no lo intentás, no sabrás lo divertido que puede ser. ¿Querés que lo hagamos juntas?"
Noa pensó por un momento. Sabía que su mamá siempre la cuidaba. Más animada, asintió.
"¡Sí!"
Subieron juntas por las escaleras, y cuando llegó el momento, Alicia contó hasta tres:
"Uno... dos... ¡tres!"
Ambas se lanzaron en un torbellino de risas y gritos por el tobogán y, al caer al agua, Noa salió riendo a flote, sintiéndose viva y valiente.
"¡Mirá mamá! ¡Lo hice!" - decía emocionada, mientras hacía burbujas.
El día siguió lleno de juegos y risas. Noa se sumergía y saltaba, mientras su madre la animaba.
"Eres una nadadora increíble, Noa. Estás aprendiendo muy rápido. ¿Qué te gustaría hacer ahora?"
Noa, con mucho orgullo, ahora quería demostrar sus nuevas habilidades.
"¡Quiero hacer una carrera de natación!"
Juntas, comenzaron a nadar de un lado al otro de la piscina, riéndose de los gritos que hacían al chapotear.
Finalmente, cuando el sol empezó a ocultarse, Noa y Alicia salieron del agua cansadas pero felices.
"Hoy fue un día especial, mamá. Aprendí a nadar y jugué en el tobogán. ¡Siento que puedo hacer cualquier cosa ahora!"
"Siempre puedes, mi amor. Solo tienes que seguir intentándolo y nunca rendirte. Estoy muy orgullosa de ti."
Al llevar a Noa a casa, ambas se miraron con complicidad, recordando un día lleno de valentía, diversión y aprendizaje.
Fin.
FIN.