Noah y el Reino de los Monstruos



Era una tarde luminosa en la casa de la abuela de Noah, donde siempre había risas y cuentos mágicos. Hoy era un día especial, ya que Noah, su mamá y su abuela estaban listos para inventar una historia juntos. Con una hoja en blanco y un lápiz, decidieron crear un cuento de fantasía.

"¿Qué tal si hacemos un mundo donde vivan monstruos y esqueletos que asustan a los niños?" propuso la mamá, con una sonrisa traviesa.

"¡Sí! Y Noah puede ser el héroe que los enfrente," agregó la abuela mientras se acomodaba sus gafas.

Noah, emocionado, gritó:

"¡Sí! ¡Yo quiero ser el héroe!"

Así, comenzaron a escribir sobre un reino lejano donde los monstruos, grandes y animals, y los esqueletos, que hacían tintinear sus huesos, hacían que todos los niños temieran salir a jugar. Pero Noah no se dejaría dominar por el miedo; junto a su abuela y su mamá, decidió que era hora de enfrentarlos.

En el cuento, Noah empacó su mochila con superpoderes: una linterna mágica, un tambor que podía hacer bailar a los monstruos y un cuento que tenía el poder de calmar a cualquiera que estuviera asustado.

Cuando finalmente entraron en el reino de los monstruos, se encontraron con Quilo, un gran monstruo de pelaje verde que parecía un poco triste.

"¿Por qué lloras, Quilo?" preguntó Noah, valiente y curioso.

"Es que no quiero asustar a los niños, pero no sé cómo dejar de hacerlo..." susurró Quilo, mientras sus enormes ojos se llenaban de lágrimas.

"Podemos ayudarte!" ofreció la abuela con ternura.

"Sí, Quilo, solo necesitas un poco de diversión" dijo la mamá mientras sonreía.

Así, comenzaron a tocar el tambor y a contar historias divertidas. Cuanto más bailaban, más risas llenaban el aire. Los monstruos y esqueletos empezaron a olvidarse de sus travesuras y se unieron a la fiesta.

"¡Esto es genial!" gritó uno de los esqueletos, moviendo sus huesos al ritmo de la música.

Pero de repente, apareció el Gran Esqueleto con su voz retumbante:

"¿Qué están haciendo aquí? ¡Esto es un lugar de miedo!"

"Ven, Gran Esqueleto, únete a nosotros!" dijo Noah con determinación,

"Si todos nos divertimos juntos, ya no habrá espacio para el miedo."

El Gran Esqueleto, dándole un giro a la trama, comenzó a reír. Al darse cuenta de lo divertido que era bailar y jugar, también se unió a la fiesta.

"Tal vez he estado asustando a los niños porque me siento solo. ¡Gracias, Noah!"

"No hay por qué sentirte solo, ahora somos todos amigos!" respondía Noah, feliz de haber arrastrado al Gran Esqueleto a la diversión.

Con el reino lleno de risas, los pequeños monstruos y esqueletos se dieron cuenta de que nunca quisieron ser terroríficos, solo deseaban ser parte de algo. Así, los tres héroes, Noah, su abuela y su mamá, lograron transformar el miedo en alegría.

Al final del día, el reino de los monstruos se convirtió en un lugar donde todos podían jugar sin miedo. Así, Noah y su familia regresaron a casa, satisfechos con su gran aventura.

"¡Hoy fue un día increíble!" exclamó Noah mientras abrazaba a su mamá y a su abuela.

"Sí, y todo comenzó con un poco de imaginación y amor," dijo su mamá.

"Recuerden, los monstruos solo son asustados si los dejamos serlo. ¡Siempre hay una forma de llevar alegría a cualquier situación!" añadió la abuela con sabiduría.

Desde ese día, Noah supo que el valor y la amistad pueden cambiar el mundo. Y así, vivieron felices para siempre, llenando cada rincón con risas y fantasía.

FIN.

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