Noah y la Luz del Arcoíris



Había una vez, en un pintoresco pueblo llamado Coloria, un niño llamado Noah. Noah era especial, no solo por su risa contagiosa, sino porque parecía tener una luz propia que iluminaba cada lugar al que iba. Su energía positiva y alegría hacían que hasta el día más nublado se transformara en uno lleno de colores y risas.

Una mañana, mientras Noah jugaba en el parque con sus amigos, notó algo raro. El cielo había oscurecido de repente y el viento comenzaba a soplar con fuerza.

"¿Qué está pasando, Noah?" - preguntó su amiga Luna, su cabello al viento.

"No sé, pero estoy seguro de que podemos descubrirlo juntos" - respondió Noah, con una sonrisa que desafiaba la tormenta.

Con su luz brillando más que nunca, Noah y sus amigos se dispusieron a investigar. Al poco tiempo, llegaron a un rincón del parque donde se encontraba un viejo árbol que parecía triste y marchito. Noah sintió que la luz de su corazón se intensificaba.

"¿Por qué estás tan triste, viejo amigo?" - le preguntó Noah al árbol, que comenzó a hablar.

"Soy el Árbol del Arcoíris. He perdido mis colores porque nadie se divierte ni juega en este parque anymore. Sin risas, mi luz se apaga" - contestó el árbol con una voz suave y melancólica.

Noah miró a sus amigos y se le ocurrió una idea brillante.

"¡Podemos organizar una gran fiesta de colores para que vuelvan tus risas!" - exclamó con emoción.

Luna, Max y los demás se entusiasmaron enseguida.

"¡Sí! Podemos invitar a todos del pueblo y hacer juegos!" - propuso Max.

En cuestión de días, Noah y sus amigos se pusieron manos a la obra. Decoraron el parque con cintas de colores, prepararon deliciosas golosinas y crearon juegos divertidos. El día de la fiesta, el cielo volvió a despejarse y el sol se asomó con toda su fuerza.

Cuando todos empezaron a llegar, las risas y la música llenaron el aire. Noah, con su luz especial, guiaba a todos hacia el árbol.

"¡Vamos a darle colores a nuestro amigo!" - gritó Noah lleno de alegría. Juntos comenzaron a bailar y jugar, y poco a poco, el Árbol del Arcoíris empezó a cambiar. Juntos pintaron el árbol con lápices de colores y papel, pero lo más importante era que el amor y la alegría que emanaba Noah llenaron de vida el lugar.

De repente, un rayo de luz atravesó el cielo y un hermoso arcoíris apareció sobre el parque. Todos se quedaron mirando fascinados.

"¡Miren!" - gritó Luna. "El Árbol del Arcoíris ha recuperado su magia!"

El árbol, ahora rebosante de colores brillantes, les dio las gracias con sus hojas danzando al ritmo de la música.

"Gracias, Noah. Tu luz ha traído de vuelta la alegría. Siempre recordaré este día" - dijo el árbol, y todos aplaudieron.

Desde entonces, el parque se llenó de vida con juegos y risas cada semana. Noah, con su luz y alegría, había enseñado a todos que a veces, solo necesitamos un poco de amor y unión para recuperar lo que pensamos que hemos perdido.

Y así, Noah y sus amigos aprendieron que juntos podían enfrentar cualquier desafío, iluminando incluso los días más oscuros con risas y colores.

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FIN.

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