Noaj y el Gran Arca
Hace mucho, mucho tiempo, en un lugar lejano, había un hombre justo llamado Noaj. Su corazón era tan grande como su bondad. Sin embargo, en el mundo a su alrededor, la gente no se comportaba bien. Los hombres y mujeres discutían, se peleaban y no se ayudaban unos a otros.
Un día, mientras Noaj estaba trabajando en su campo, escuchó un murmullo suave que aumentó poco a poco.
"¿Quién está ahí?" - preguntó Noaj, mirando alrededor.
De repente, apareció una luz brillante, y de ella salió una voz profunda.
"Soy Elohim. He venido a hablar contigo, Noaj."
Noaj se sintió sorprendido, pero también honrado.
"¿Qué deseas de mí?" - preguntó Noaj.
"He visto cómo las personas se portan mal. He decidido limpiar el mundo con un gran diluvio. Pero tú, Noaj, eres justo y quiero que construyas un arca enorme para salvarte a ti y a tu familia."
Noaj se quedó pensando por un momento.
"¿Un arca? ¿Pero cómo?" - cuestionó, sintiendo un escalofrío por la responsabilidad que eso implicaba.
"Usa tu imaginación y tu habilidad. Juntos podemos hacerlo."
Noaj asintió, decidido a cumplir con la tarea. Con la ayuda de su familia, comenzó a recolectar madera y a trabajar día y noche. Durante meses, la gente del pueblo lo observaba y se reía de él.
"¡Noaj está loco! ¿Quién necesita un arca?" - decían entre risas.
Pero Noaj no se desanimó.
"Ellos no entienden, pero yo sé que lo que hago es importante," - se repetía a sí mismo.
Finalmente, el arca estuvo lista. Era inmensa, con varias habitaciones y una gran puerta. A medida que Noaj terminaba, vio que el cielo comenzaba a oscurecerse.
"Elohim, creo que se acerca la tormenta," - le dijo Noaj.
"Es hora de que tú y tu familia entren en el arca. También necesitarás llevar a dos de cada animal, por favor ve y asegúralos."
Sin dudarlo, Noaj se puso en marcha. Empezó a llevar a los animales, desde los pequeños conejitos hasta los enormes elefantes. Todos entraban al arca un poco asustados, pero Noaj les hablaba con dulzura.
"No tengan miedo, amigos, están a salvo aquí," - les decía mientras los acomodaba.
Cuando todos estuvieron a bordo, la lluvia comenzó a caer. Primero, gotas suaves, pero rápidamente se convirtieron en un torrente. El agua cubría todo a su paso. Desde lo alto, Noaj miraba por la ventana del arca, sintiendo una mezcla de miedo y esperanza.
Pasaron días y noches mientras el arca navegaba. A veces, los niños de Noaj preguntaban:
"¿Cuándo veremos tierra de nuevo?"
"Pronto, mis pequeños, pronto," - contestaba Noaj, tratando de mantener la calma.
Un día, mientras observaban, una paloma voló cerca del arca. Noaj se sintió emocionado.
"Si esa paloma vuelve con un ramo de olivo, sabré que la tierra está cerca," - les dijo a su familia.
Así fue como sucedió. La paloma regresó con una hoja de olivo en su pico. Todos a bordo del arca gritaron de alegría.
"¡Tierra a la vista! ¡Estamos a salvo!" - exclamó Noaj.
Finalmente, el arca quedó encallada sobre una montaña. Noaj, su familia y todos los animales pudieron salir al mundo nuevamente. Mirando el paisaje renovado, Noaj respiró aliviado.
"Ahora, juntos, debemos cuidar de este nuevo mundo," - les dijo a todos.
Así, Noaj y su familia comenzaron a plantar árboles, cultivar la tierra y enseñar a los demás lo importante de ser amables unos con otros. Con el tiempo, todos entendieron la lección que Noaj había aprendido.
"Siempre debemos ser justos y cuidar el mundo," - decía Noaj con una sonrisa.
Y así, Noaj se convirtió en un héroe en los corazones de su gente, quien aprendió con su ejemplo a vivir en armonía, ayudándose mutuamente y creando un lugar mejor para todos. Cuando el cielo se cerraba en tormenta, Noaj siempre recordaba que después de la lluvia, siempre sale el sol.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.