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En una fría noche de otoño, en el corazón del bosque, vivía un lobo llamado Lucas. Lucas era un lobo amable y curioso, a quien le encantaba pasear bajo la luz de la luna. Una noche, mientras caminaba, comenzó a llover con fuerza. Lucas no tenía un paraguas y se mojaba hasta los huesos.

- ¡Qué lluvia más fuerte! -dijo Lucas mientras temblaba de frío.

De repente, vio algo brillar entre los árboles. Era un paraguas muy especial, de colores brillantes y con destellos mágicos. Lucas lo tomó y enseguida se sintió feliz. Con el paraguas en mano, bailó bajo la lluvia mientras los destellos mágicos iluminaban el bosque.

- ¡Qué maravilla! ¡Me siento tan feliz! -exclamó Lucas, con una sonrisa que iluminaba su rostro.

De pronto, escuchó un suave llanto. Siguiendo el sonido, encontró a un conejito empapado y temblando de frío. Sin dudarlo, Lucas compartió su paraguas con el conejito. Juntos bailaron y rieron bajo la lluvia, sintiéndose aún más felices.

El paraguas mágico los protegió hasta que la lluvia cesó. Agradecido, el conejito abrazó a Lucas y se despidieron con una promesa de volver a encontrarse. Lucas regresó a su guarida con el corazón lleno de alegría por haber hecho feliz a su nuevo amigo. Desde entonces, cada vez que llovía, Lucas sacaba su paraguas mágico y bailaba bajo la lluvia, compartiendo su felicidad con todos los amigos del bosque.

FIN.

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