Noé y la Granja de los Animales
Había una vez un hombre muy bueno llamado Noé que vivía en una hermosa granja rodeada de animales de todos los colores y tamaños. Tenía gallinas que cacareaban, vacas que mugían y patitos que quack-quack, y todos vivían en armonía.
Un día, mientras Noé estaba alimentando a los patos, escuchó una voz suave y profunda que provenía del cielo.
"Noé," dijo la voz, "escucha con atención, porque traigo un mensaje importante para vos. ¡Se avecina una gran inundación! Debes prepararte y ayudar a los animales a salvarse."
Noé se quedó sorprendido.
"¿Una inundación? No sé cómo puedo ayudar a todos los animales, pero haré lo que pueda."
Y así, se puso manos a la obra. Primero, fue al corral y reunió a los animales.
"Queridos amigos, necesito que me ayuden. Vamos a construir una gran arca para protegernos de la inundación que se avecina."
Los animales lo miraron con curiosidad.
"¿Qué es una arca?" preguntó una cabra.
"Es un barco, pero uno muy grande, donde todos podrán estar a salvo. Vamos a construirlo juntos. ¡Contaré con la ayuda de todos!"
Los animales comenzaron a trabajar: las aves traían ramitas, las vacas cargaban tablones y los ratones traían pequeños clavos. Todos tenían su tarea, y aunque no sabían exactamente cómo se vería el resultado, sabían que tenían que unirse.
Mientras tanto, el cielo empezó a oscurecerse y el viento a soplar con más fuerza. Noé miró hacia arriba y dijo con enérgico optimismo:
"No se preocupen, amigos. ¡Juntos lo lograremos!"
Pasaron los días y la gran arca se fue formando. Pero, un día, mientras trabajaban, una tormenta más fuerte de lo esperado comenzó a acercarse. El agua empezó a subir.
"¡Noé! ¡La lluvia viene!" gritó un gallo mientras subía rápido a un árbol.
Noé miró a su alrededor y vio que muchos animales estaban asustados.
"Calma, calma, amigos. Vamos a terminar la arca y luego nos meteremos todos adentro. ¡Sigamos trabajando!"
Al ver la determinación de Noé, todos se unieron aún más y redoblaron esfuerzos. Casi no les quedaba tiempo. Cuando el último tablón fue colocado, la lluvia comenzó a caer con fuerza.
"¡Rápido, todos adentro!" ordenó Noé. Los animales, con sus corazones latiendo rápido, se apilaron en el interior de la arca. Justo en el momento que todos estaban dentro, el agua comenzó a inundar la granja.
Pero dentro de la arca, los animales estaban seguros, y se escuchabanabarujos y mugidos de felicidad. Una de las pequeñas patitas, que se llamaba Pipo, preguntó,
"¿Estaremos aquí mucho tiempo, Noé?"
"No lo sé, Pipo. Pero lo importante es que estamos juntos y a salvo, y eso es lo que cuenta."
Días pasaron y el agua no cedía. Pero Noé no perdió la esperanza. Se sentó con los animales y comenzó a contar historias.
"¿Recuerdan el día que encontramos el viejo roble y organizamos una carrera para ver quién era el más rápido?"
Los animales se rieron y empezaron a intercambiar historias sobre sus aventuras. El tiempo voló entre risas y cuentos y los animales se sintieron más unidos que nunca.
Finalmente, un día, la lluvia cesó y el sol comenzó a brillar nuevamente.
"¡Miren!" dijo Noé emocionado. "Las aguas están bajando."
Cuando abrieron la puerta de la arca, se encontraron con un paisaje cambiado. Todo era diferente, pero había esperanza.
"Esto es un nuevo comienzo, amigos. Vamos a descubrir este nuevo lugar juntos," dijo Noé con una sonrisa.
De a uno, los animales fueron saliendo y explorando su nuevo hogar. Noé los siguió, contento de ver la curiosidad y emoción de cada uno.
Así fue como Noé y los animales aprendieron que, aunque la vida podía ser incierta, la unión y la amistad les ayudarían a enfrentar cualquier adversidad.
Y así, comenzaron una nueva aventura en un mundo nuevo, donde juntos podían seguir creando nuevas historias.
"¡Vamos, amigos!" gritó Noé, y todos empezaron a correr y jugar en el nuevo mundo que los esperaba.
Y así, la historia de Noé y sus amigos continuó, demostrando que con amor y trabajo en equipo, se pueden superar incluso las pruebas más difíciles.
Fin.
FIN.