Noemí, la niña de la sonrisa radiante



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Arcoíris, una niña llamada Noemí. Su risa era tan contagiosa que incluso los pájaros parecían silbar en su honor. Tenía una cabellera de rizos dorados, ojos brillantes como estrellas y un corazón tan grande como el océano. Siempre encontraba una razón para ser feliz, ya fuera por los días soleados o por una nube que dibujaba formas divertidas en el cielo.

Un día, mientras exploraba el bosque detrás de su casa, Noemí escuchó una voz suave que provenía de un arbusto.

"¡Hola!" - dijo una pequeña ardilla con una voz temerosa. "¿Te gustaría jugar conmigo?"

"¡Claro! Me encantan los juegos!" - respondió Noemí entusiasmada, mientras su risa llenaba el aire.

La ardilla, llamada Tico, pareció sonreír. Jugaron todo el día en el bosque, saltando de un lado a otro, recolectando bellotas y corriendo entre los árboles. Noemí se dio cuenta de que a Tico le costaba mucho hacer amigos, y por eso estaba un poco inseguro.

"Tico, no tenés que tener miedo. Todos pueden ser amigos, solo hay que intentarlo" - le dijo Noemí, con su voz dulce y animada.

Sin embargo, a la semana siguiente, algo inesperado sucedió. Un grupo de niños del pueblo se acercó al bosque para hacer una caminata. Al ver a Noemí jugando con Tico, empezaron a reírse.

"Mirá a la chica hablando con una ardilla. ¡Es rara!" - dijo uno de los niños.

Noemí se sintió un poco triste, pero su sonrisa no desapareció.

"No es raro, ¡es divertido!" - dijo, intentando explicar. “Además, Tico es mi amigo".

Pero los otros niños continuaron burlándose.

"No pueden ser amigos, es solo una ardilla, Noemí" - dijo otra niña, riéndose.

Entonces, en lugar de enojarse, Noemí tuvo una idea. Organizando un juego poco común, les propuso:

"¿Y si todos jugamos juntos?" - sonrió, como siempre. "Pueden venir. Tico es un excelente jugador de escondidas! !"

Los niños se miraron unos a otros, dudando de si aceptar la invitación. Pero la risa de Noemí fue tan encantadora que decidieron probar. Así que se unieron al juego.

Cuando comenzaron a jugar, todos se dieron cuenta de que Tico era realmente rápido y astuto. La atracción y habilidad del pequeño animal hizo que los otros chicos se olvidaran de sus risitas y comenzaran a disfrutar como locos de la aventura. Al final del día, estaban todos cansados pero felices.

"Noemí, ¡fue el mejor juego del mundo!" - exclamó uno de los niños.

"Lo dije, ¡Tico es increíble!" - respondió Noemí, riendo. "Y la amistad no tiene reglas."

Desde ese día, Noemí se convirtió en un símbolo de amistad. Todos los niños del pueblo aprendieron que no importa cuán diferente seamos, siempre podemos encontrar algo en común y divertirnos juntos. Juntos, comenzaron a visitar el bosque más seguido, interactuando con Tico y creando nuevos juegos.

Una tarde, mientras todos jugaban, Noemí se destacó. Ella miró a sus amigos con una gran sonrisa.

"¿Saben qué? La felicidad está en compartir y ser amables. Si seguimos creando lazos, ¡podremos vivir aventuras increíbles!"

Y así, el pequeño grupo de amigos continuó explorando el bosque, creando recuerdos mágicos. Gracias a Noemí y la valentía de abrir su corazón, el pueblo de Villa Arcoíris aprendió que la verdadera felicidad se multiplica cuando se comparte.

Noemí, la niña de la sonrisa radiante, nunca dejó de iluminar el mundo que la rodeaba, sembrando en cada rincón un poco de alegría y enseñando la importancia de la amistad y el respeto.

Y colorín colombiano, este cuento se ha acabado.

FIN.

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