Nora y el Gran Baile de la Alborada



Era una mañana soleada en la ciudad, y la pequeña Nora, con sus dos años, despertó llena de energía.

"¡Mami, mami! ¡Hoy quiero bailar!" - gritó, saltando de la cama.

Núria, su mamá, sonrió al ver la alegría de su hija. Amaba ver cómo Nora se movía al ritmo de la música.

"¡Claro, mi amor! Pero antes de bailar, ¿te gustaría ayudarme en algo?" - le preguntó Núria.

"Sí, sí, lo que quieras!" - respondió Nora, moviendo sus bracitos emocionada.

Núria necesitaba preparar un pequeño picnic para el Gran Baile de la Alborada, un evento que se celebraba cada año en el parque de la ciudad. Había música, comida y, lo más divertido, ¡un concurso de baile! Nora no podía contener su entusiasmo.

"¿Voy a bailar yo también, mami?" - preguntó con inocencia.

"Sí, hermosa. Pero primero necesitarás preparar algo especial para el baile. ¿Qué te parece?" - dijo Núria haciendo un guiño.

Mientras preparaban sándwiches, galletas y jugo, Montse, la tía de Nora, llegó con una gran sonrisa.

"¡Hola, Nora! ¡Estoy lista para el baile!" - exclamó Montse, apoyando un tambor sobre la mesa.

"¿Podemos tocarlo?" - preguntó Nora, con sus ojos brillantes.

"¡Por supuesto! Vamos a hacer música juntos." - contestó su tía.

Las tres comenzaron a experimentar con ritmos, Nora dándole palmaditas al tambor y riendo. Pero en medio de la diversión, un imprevisto ocurrió: el tambor, mientras lo levantaban, se cayó y se rompió.

"¡Oh no! ¿Qué vamos a hacer ahora?" - se lamentó Montse.

"No pasa nada, podemos bailar sin tambor" - dijo Núria tratando de calmar a su hermana y a su hija.

"Quiero un tambor, un tambor..." - empezó a llorar Nora.

Núria se agachó y le habló suave.

"Escuchame, Nora. Los mejores bailes no siempre requieren de un tambor. La música está en nuestros corazones. ¿Quieres bailar conmigo?"

"Sí, sí, sí!" - exclamó Nora entre sollozos.

Así que sin tambor, decidieron seguir adelante. En el camino hacia el parque, Montse tuvo una idea.

"Y si hicimos nuestros próprios instrumentos?" - dijo con picardía. Las dos miraron a Nora, que sonrió con entusiasmo.

"¡Sí!" - gritaron al unísono.

Detuvieron a comprar un poco de cartón y algunas latas vacías. Juntas, hicieron un maracas con arroz y un tambor con la tapa de una caja. Cuando llegaron al parque, las tres estaban listas para el Gran Baile.

"¡Miren! ¡Ya estamos listas para participar!" - dijo Nora, con sus maracas sonando.

Núria y Montse la abrazaron, llenas de orgullo. Al llegar, hubo música y niños bailando en el escenario. Todos estaban riendo y disfrutando del evento. Nora subió al escenario, tomó sus maracas y comenzó a moverse al ritmo de la música. Todos quedaron admirados por su energía.

"¡Vamos, Nora!" - gritaron algunos espectadores animándola.

Nora, sin miedo, comenzó a bailar, improvisando movimientos que reflejaban lo que sentía. Su tía y su mamá la animaban desde abajo. Pero, en medio del baile, sintió que no podía seguir...

"No tengo más fuerza!" - dijo un poco confundida.

Núria, desde la audiencia, le gritó:

"Recuerda, mi amor, ¡la magia está en la música, en el espíritu!"

Con una sonrisa, Nora se dejó llevar otra vez, sonriendo y riendo, disfrutando el momento.

Al finalizar, el jurado los vio bailar y le dieron una mención especial a, ¡Nora, la niña con el corazón musical!

Y aunque no ganaró el primer premio, la felicidad de Nora al bailar fue el verdadero triunfo.

"¡Lo hicimos! ¡Bailé y no necesitamos un tambor!" - gritó emocionada abrazando a su mamá y su tía.

Regresaron a casa con sonrisas y risas, compartiendo nuevas ideas para eliminar el miedo y celebrar la música. Desde ese día, Nora supo que lo importante no es el instrumento, sino la alegría de bailar en el corazón.

FIN.

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