Nube y la Luna



Era una noche estrellada y el pequeño conejo Nube miraba hacia el cielo con sus grandes ojos brillantes. En el centro del firmamento, la luna resplandecía como nunca antes.

"¡Quiero tocarla!" exclamó Nube, emocionado.

"Pero Nube, ¡es imposible!" le respondió su amiga la ardilla, que se llamaba Chispa, mientras revoloteaba a su alrededor con su energía habitual.

"No hay imposibles, Chispa. Solo se necesita un poco de esfuerzo y creatividad." Dijo Nube, desafiándose a sí mismo.

Así que Nube comenzó a saltar. Saltó una vez, dos veces, y hasta tres veces. Pero la luna seguía lejos, más allá de su alcance.

"¡No te desanimes, amigo! Vamos a ayudarte!" gritó su otro amigo, el búho llamado Sabio, que observaba desde una rama alta.

Con una gran idea en mente, Chispa recogió un montón de hojas y ramitas. "¡Construyamos un trampolín!" propuso emocionada. Nube asintió con los ojos brillantes, y juntos comenzaron a trabajar.

Después de un rato, habían hecho un trampolín más alto que cualquier árbol del bosque. Nube, lleno de energía, se preparó para dar el salto más alto de su vida.

"¡Uno, dos, tres!" contó Sabio.

Nube se lanzó al aire, sintió que estaba volando. Pero a medida que se acercaba a la luna, un fuerte viento comenzó a soplar.

"¡Ayuda, estoy siendo llevado lejos!" gritó Nube, mientras daba vueltas en el aire.

"¡Agárrate de algo!" gritó Chispa, aunque era demasiado tarde. Nube cayó cerca de ellos, aterrizando suavemente en una cama de hojas.

Estaba satisfecho pero decepcionado. "No puedo creer que no haya podido tocar la luna..." suspiró, mirando hacia el cielo.

Chispa se acercó a él, "Nube, hay veces que intentamos hacer cosas, pero no siempre salen como queremos. Pero eso está bien. Lo importante es que lo intentamos juntos."

Sabio, con su voz suave y reflexiva comentó: "Y mira lo que hemos creado. Con tu deseo y nuestras ideas, hicimos un trampolín. Quién sabe, tal vez otro día tengamos una nueva aventura en la que sí podamos tocar la luna."

Los tres amigos se sentaron en la hierba, mirando la luna brillante. Nube se dio cuenta de algo muy importante.

"Es cierto. Aunque no pude tocar la luna, estar aquí con ustedes es lo más especial de todo. A veces la verdadera felicidad está en el viaje, no solo en la meta."

Y mientras los tres miraban la hermosa luna juntos, se dieron cuenta de que las aventuras y la amistad eran las cosas más valiosas de todas.

A partir de aquella noche, Nube decidió que, aunque seguiría soñando con tocar la luna, lo que realmente quería era vivir aventuras junto a sus amigos. Y con cada salto y cada risa, se sentía más feliz que nunca.

Desde ese día, Nube, Chispa y Sabio nunca dejaron de explorar y crear momentos inolvidables, siempre unidos por la amistad y la alegría de estar juntos. Y cuando miraban la luna, sonreían, sabiendo que los mejores momentos son aquellos que compartimos con quienes amamos.

FIN.

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