Nubes unidas


Había una vez en el cielo un grupo de nubes que eran muy amigas. Se llamaban Rayito, Esponjita y Nube envidiosa. Rayito era la más brillante de todas, siempre iluminaba los días grises con su alegría.

Esponjita era la más suave y tierna, siempre estaba lista para reconfortar a quienes lo necesitaran. Y luego estaba Nube envidiosa, quien sentía celos de sus amigas por ser tan especiales.

Un día, las tres nubes fueron convocadas por el Sol para realizar una importante misión: tenían que regar un campo de girasoles que se encontraba marchito por la sequía.

Rayito y Esponjita estaban emocionadas por ayudar a devolverle la vida a las flores, pero Nube envidiosa solo pensaba en destacarse sobre las demás. "¡Vamos chicas, tenemos que llegar rápido antes de que sea demasiado tarde!", exclamó Rayito mientras volaban hacia el campo. "Sí, vamos juntas a hacer nuestro mejor esfuerzo", agregó Esponjita con entusiasmo.

Nube envidiosa escuchaba en silencio mientras planeaba cómo podía sobresalir sobre sus amigas. Cuando finalmente llegaron al campo de girasoles, comenzaron a liberar pequeñas gotas de lluvia para hidratar la tierra sedienta.

Rayito brillaba con intensidad y Esponjita abrazaba cada flor con suavidad, pero Nube envidiosa decidió concentrarse en llover más fuerte y abundante que las otras dos nubes.

"¡Miren qué fuerte puedo llover yo!", exclamó Nube envidiosa mientras descargaba toda su agua sobre los girasoles sin control. Rayito y Esponjita intentaron detenerla, pero Nube envidiosa estaba cegada por su deseo de destacarse. Pronto, el campo quedó inundado y los girasoles empezaron a marchitarse aún más por el exceso de agua.

"¡Detente! ¡Estás lastimando a las flores!", gritó Rayito angustiada. "¡No puedes ser así! Estás arruinando todo", agregó Esponjita preocupada. Pero Nube envidiosa no escuchaba a sus amigas ni veía el daño que estaba causando.

Hasta que una ráfaga de viento fuerte la empujó lejos del campo y la hizo caer sobre un lago cercano. Allí se reflejó y vio cómo había actuado movida por la envidia y el egoísmo.

Entonces comprendió que no se trataba de ser mejor o destacarse sobre los demás, sino de trabajar juntas para lograr un bien común.

Con humildad, Nube envidiosa regresó al lado de Rayito y Esponjita para ayudarles a rescatar los girasoles del exceso de agua e iniciar juntas un proceso adecuado de riego para salvarlos. Al final del día, gracias al esfuerzo conjunto de las tres nubes, los girasoles volvieron a erguirse llenos de vida y color.

El Sol les sonrió orgulloso por haber aprendido la lección de trabajar en equipo y valorar las cualidades únicas de cada uno sin caer en la comparación o la competencia desleal.

Y así fue como Nube Envidiosa se convirtió no sólo en una buena nube compañera sino también una gran amiga dispuesta siempre a colaborar sabiendo ahora cuán valioso es trabajar juntos hacia un mismo fin.

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