Números y Amistad


Había una vez un niño llamado Benjamín, quien desde muy pequeño mostró un gran interés por los números. Pasaba horas y horas contando objetos, sumando y restando en su cabeza, y resolviendo problemas matemáticos.

Pero había algo peculiar en Benjamín: no hablaba con las demás personas. A pesar de que todos intentaban entablar conversaciones con él, Benjamín prefería quedarse en silencio.

Pero eso no significaba que estuviera triste o enojado, al contrario, siempre tenía una sonrisa dibujada en su rostro. Un día, mientras jugaba solo en el parque, se encontró con Lucas, un niño muy extrovertido y curioso. Lucas notó la fascinación de Benjamín por los números y decidió acercarse a él.

"¡Hola! ¿Cómo te llamas?"- preguntó Lucas emocionado. Benjamín simplemente sonrió y señaló su nombre escrito en su mochila. Lucas se dio cuenta de que quizás no necesitaba palabras para comunicarse con Benjamín.

Así que comenzaron a jugar juntos utilizando los números como lenguaje universal. "¿Podemos contar cuántos columpios hay?"- sugirió Lucas señalando hacia ellos. Benjamín asintió emocionado y ambos comenzaron a contar uno por uno cada columpio del parque. Descubrieron que eran diez en total.

"¡Diez!"- exclamaron al unísono mientras saltaban de alegría. A medida que pasaban los días, la amistad entre Lucas y Benjamín crecía más fuerte. Juntos exploraban el mundo de los números, resolvían problemas matemáticos y se divertían aprendiendo.

Un día, Lucas decidió llevar a Benjamín a su escuela para que pudiera compartir sus conocimientos con el resto de los niños. Aunque al principio Benjamín estaba nervioso, pronto se dio cuenta de que todos estaban fascinados por su habilidad con los números.

"¡Benjamín es un genio de las matemáticas!"- exclamó Lucas orgulloso. Los demás niños comenzaron a hacerle preguntas y Benjamín respondía señalando con los dedos o utilizando objetos para representar las operaciones matemáticas. Todos quedaron impresionados por su ingenio y creatividad.

A partir de ese día, Benjamín se convirtió en el héroe del colegio. Los niños lo buscaban para que les enseñara trucos matemáticos y le pedían consejos para resolver problemas difíciles.

Benjamín había encontrado su voz sin necesidad de hablar. La historia de Benjamín nos enseña que todos somos diferentes y tenemos habilidades únicas. No importa si no hablamos mucho o preferimos jugar solos, siempre podemos encontrar una manera especial de comunicarnos con los demás.

Y como dice Benjamín: "Los números son el idioma universal que une a todas las personas". Desde aquel día en el parque, Lucas y Benjamín siguieron siendo amigos inseparables.

Juntos descubrieron el maravilloso mundo de las matemáticas y demostraron al mundo que la amistad puede romper barreras incluso cuando no hay palabras involucradas.

Y así, cada vez que alguien veía a Benjamín jugando solo pero sonriendo felizmente, recordaba que no hace falta hablar para ser entendido, solo hace falta encontrar la forma correcta de comunicarse.

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