Nunca Jamás y el monstruo de Achalay



En el mágico pueblo de Achalay vivían los pequeños valientes conocidos como "Nunca Jamás". Ellos eran un grupo de amigos inseparables cuyas aventuras siempre estaban llenas de risas y juegos.

Un día, un terrible monstruo apareció en Achalay con la intención de destruirlo. El monstruo era grande, animal y tenía terribles dientes afilados. Al enterarse de la noticia, los peques de Achalay decidieron unir fuerzas para buscar una solución al problema.

"¡Tenemos que proteger nuestro hogar!" exclamó Valentina, la más valiente del grupo. "Sí, pero ¿cómo podemos hacerlo?" preguntó Mateo, el curioso. Juntos, idearon un plan para enfrentar al monstruo.

Primero, buscaron en la biblioteca del pueblo información sobre criaturas mágicas y descubrieron que el monstruo tenía una debilidad por las risas y la amistad. Acto seguido, organizaron una fiesta en la plaza principal, con juegos, música y mucha diversión. A medida que la fiesta avanzaba, el monstruo se acercaba y todos temblaban de miedo.

Pero los peques de Achalay se mantuvieron firmes, recordando que juntos eran más fuertes. Entonces, comenzaron a reír, a hacer payasadas y a mostrar al monstruo lo feliz que era su pueblo.

Para sorpresa de todos, el monstruo comenzó a cambiar, sus ojos se iluminaron y una sonrisa se formó en su rostro. "Nunca jamás había sentido tanta alegría", dijo el monstruo con voz amigable.

Los peques de Achalay se dieron cuenta de que el verdadero poder radicaba en la amistad, la solidaridad y el amor por su hogar. El monstruo, ahora convertido en un simpático gigante, se convirtió en el guardián de Achalay, protegiendo el pueblo y compartiendo risas con todos sus habitantes.

Desde ese día, los peques de Achalay supieron que juntos podían superar cualquier desafío, y que la verdadera magia residía en sus corazones unidos.

FIN.

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