Nuria, la escaladora audaz



Había una vez una niña llamada Nuria, a quien le apasionaba la escalada. Pasaba horas y horas cada día en el rocódromo, desafiando su valentía y superando sus propios límites.

Su entrenador, Janoc, siempre estaba ahí para motivarla y animarla a seguir adelante, incluso cuando los resultados no eran los que ella esperaba. Un día soleado, mientras Nuria se encontraba en el rocódromo practicando sus movimientos más audaces, algo inesperado sucedió.

Un chico llamado Félix apareció de repente al lado de ella. Era un escalador muy talentoso y admirado por todos en el lugar. Nuria quedó impresionada por la destreza y gracia con las que Félix manejaba las rocas.

Sus ojos brillaban de emoción mientras observaba cada uno de sus movimientos elegantes y precisos. Sin darse cuenta, poco a poco fue surgiendo un sentimiento especial dentro del corazón de Nuria: se había enamorado perdidamente de Félix.

Sin embargo, aunque Nuria estaba emocionada con este nuevo amor que había surgido en su vida, también se sintió abrumada por la idea de competir contra alguien tan talentoso como Félix. Pensó que nunca sería lo suficientemente buena para él.

Janoc notó la tristeza en los ojos de Nuria y decidió hablar con ella para ayudarla a superar sus miedos e inseguridades.

Se acercó a ella y le dijo: "Nuria, sé que te has enamorado de Félix y estás preocupada porque crees que no eres lo suficientemente buena para él. Pero debes recordar que la escalada no se trata solo de ganar o ser el mejor. Se trata de superarte a ti misma, de disfrutar del proceso y de alcanzar tus propios objetivos".

Nuria escuchó atentamente las palabras sabias de Janoc y poco a poco comenzó a comprender lo que realmente importaba en la escalada: su pasión, su esfuerzo y su perseverancia.

Decidió dejar de lado sus miedos y enfrentarse al desafío con valentía. Con el tiempo, Nuria y Félix comenzaron a compartir más tiempo juntos en el rocódromo. En lugar de competir entre ellos, se convirtieron en compañeros de escalada, apoyándose mutuamente para lograr sus metas individuales.

Un día, durante una competencia importante, Nuria estaba luchando por alcanzar un agarre difícil. Parecía imposible llegar hasta allí, pero entonces escuchó la voz alentadora de Félix desde abajo: "¡Vamos Nuria! ¡Tú puedes hacerlo!".

Llena de determinación, ella tomó impulso y finalmente logró alcanzar el agarre deseado. Esa victoria no solo fue importante para ella sino también para Félix, quien comprendió que la verdadera grandeza radica en ayudar a otros a triunfar.

Desde ese día en adelante, Nuria continuó persiguiendo su pasión por la escalada con alegría y confianza. Siempre estuvo dispuesta a enfrentar nuevos desafíos sin importar cuán difíciles parecieran.

Y aunque nunca se convirtió en la mejor escaladora del mundo, encontró algo mucho más valioso: una amistad sincera con Félix y la felicidad de saber que había dado lo mejor de sí misma. Así, Nuria aprendió que el amor por lo que hacemos y el apoyo mutuo pueden convertir cualquier desafío en una experiencia gratificante.

Y con Janoc a su lado, siempre tuvo la confianza para seguir escalando hacia las alturas más altas, tanto en la vida como en el rocódromo.

FIN.

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