Nuria y el río que brillaba



En el hermoso Cañón de Almadenes, donde el sol brillaba a través de los árboles, vivía una nutria llamada Nuria. Todos los días, ella nadaba feliz en el río Cristalino, donde el agua era tan clara que podía ver los peces jugar debajo de la superficie. Pero un día, Nuria se dio cuenta de que el agua estaba oscura y llena de cosas extrañas. Se preocupó al ver que su hogar, el río, había cambiado.

Los días pasaron y el agua seguía ensuciándose. Nuria intentó alejarse de la parte más afectada del río, pero el agua sucia la alcanzaba. Ella nadaba y buceaba en busca de comida y refresco, pero todo era más difícil. Sus amigos los peces se escondían, y las plantas que solían crecer a su alrededor comenzaron a morir.

Una mañana, mientras nadaba triste cerca de la orilla, Nuria vio a un niño y a su padre que estaban pescando. El niño, que se llamaba Mateo, miró el agua con sorpresa. "¡Papá! ¿Por qué el agua está tan sucia?" - preguntó. Su padre, preocupado, le respondió: "Parece que el agua se contamina por las prácticas agrícolas de los alrededores. Debemos poner atención, si no cuidamos nuestros ríos, los animales como la nutria no podrán vivir aquí."

Mateo observó más de cerca y vio a Nuria nadando con tristeza. "Mirá, papá. Esa nutria ya no juega como antes. Debemos ayudarla."

Con la determinación en sus corazones, Mateo y su padre comenzaron a investigar qué podían hacer. Esa tarde llevaron a cabo una pequeña reunión en su barrio, invitando a sus amigos y familiares. Juntos hablaron sobre lo que podían hacer para limpiar el río Cristalino y ayudar a todos los animales que dependían de su agua limpia.

Mateo propuso organizar una limpieza del río. Todos estuvieron de acuerdo y pronto comenzó a tomar forma. Con guantes, bolsas y mucha energía, un grupo de amigos y vecinos se lanzó a la aventura. Sacaron botellas, plásticos y demás basura que había caído en el río. Nuria observaba desde la orilla, moviendo su cola con curiosidad, sin saber que esa intervención era para ayudarla.

Día tras día, el agua comenzó a verse un poco más clara. Con cada bolsa que llenaban, Nuria sentía que algo cambiaba en su hogar. Un día, cuando Mateo y su padre regresaron a pescar, se dieron cuenta de que el agua brillaba un poco más. "Mirá, papá, ¡ya se ven los peces!" - exclamó Mateo con alegría. Pero aún quedaba un largo camino por recorrer.

Así que decidieron hablar con los agricultores de la zona sobre la importancia de cuidar el agua y el ecosistema. Juntos hicieron un plan para implementar prácticas más sostenibles que no contaminan el río.

Con el apoyo de la comunidad, los agricultores fueron convencidos y se unieron al esfuerzo. Poco a poco, el río comenzó a recuperarse. Nuria, al ver el cambio, empezó a sentirse más feliz. Regresó a nadar y jugar en las aguas limpias. El sol reflejaba sus movimientos, y podía ver a los peces nadar de nuevo.

Un día, mientras celebraban el éxito de la limpieza, Mateo vio a Nuria nadar cerca y sonrió. "¡Mirá, papá, la nutria volvió a jugar!" - dijo.

Los hombres se sentaron a la orilla, observando cómo Nuria nadaba de un lado a otro, chapoteando feliz. Era un símbolo del triunfo del trabajo en equipo.

Finalmente, el río Cristalino volvió a brillar como antes, y la vida floreció en todo su alrededor. Gracias a los esfuerzos de ese padre y su hijo, junto a toda la comunidad, Nuria pudo volver a tener el hogar que tanto amaba. Y el eco del río se convirtió en una canción sobre la importancia de cuidar y respetar la naturaleza que nos rodea.

FIN.

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