Nut, la Niña del Cielo



En un hermoso pueblo de Egipto, vivía una niña llamada Nut. Era conocida por su risa contagiosa y su curiosidad infinita. A Nut le encantaba mirar el cielo cada noche, maravillándose por la cantidad de estrellas que veía. Su sueño era tocar las estrellas y conocer todos los secretos del universo.

Una noche, mientras observaba el firmamento, escuchó un suave susurro que provenía de las estrellas.

"¿Quién está ahí?" - preguntó asombrada.

De entre las estrellas, apareció un brillante ser que brillaba como el sol. Era una diosa del cielo.

"Soy Nut, la diosa del cielo estrellado. He estado observándote, pequeña. Tu amor por las estrellas me ha tocado el corazón" - dijo la diosa.

Nut no podía creer lo que estaba escuchando.

"¿De verdad? ¡Pero yo solo soy una niña!" - exclamó.

"Eres mucho más que eso, Nut. Tienes un corazón lleno de sueños y bondad. Quiero ofrecerte la oportunidad de venir conmigo y descubrir los secretos del universo" - dijo la diosa.

Nut no dudó ni un segundo. Con una sonrisa gigante, aceptó la propuesta. De inmediato, ambas fueron envueltas en destellos de luz y comenzaron a ascender por el cielo nocturno.

A medida que viajaban por el vasto cosmos, Nut aprendió sobre constelaciones, cometas y la historia de cada estrella que veía. Sin embargo, pronto llegó un momento de conflicto.

Mientras exploraban, encontraron un grupo de estrellas que lloraban.

"¿Por qué lloran?" - inquirió Nut con preocupación.

Una de las estrellas, con una voz triste, explicó:

"Hemos perdido nuestra luz, y sin ella, no podemos brillar ni guiar a los viajeros en la Tierra".

Nut sintió compasión por ellas y, al ver la tristeza en sus rostros, decidió hacer algo al respecto.

"No se preocupen, voy a ayudarlas. ¿Qué necesitan para brillar nuevamente?" - dijo decidida.

La diosa Nut la miró con admiración.

"Para recuperar su luz, cada estrella necesita un deseo sincero de un corazón puro".

Nut pensó en sus amigos de la Tierra y cómo a menudo deseaban ver brillar a las estrellas. Se le ocurrió una idea.

"Si puedo reunir esos deseos, las estrellas podrán volver a brillar" - anunció.

Nut descendió hasta la Tierra, donde encontró a los niños del pueblo mirando al cielo.

"¡Chicos, ayúdenme a enviar deseos a las estrellas!" - gritó entusiasmada.

Los niños, intrigados, comenzaron a lanzar deseos al cielo.

"¡Deseo que las estrellas brillen siempre!" - dijo uno de ellos.

"¡Deseo que nunca se apaguen!" - añadió otra niña.

Nut, con los deseos llenando su corazón, volvió a donde estaban las estrellas y les contó lo que había escuchado. Las estrellas, emocionadas, se llenaron de luz una vez más y comenzaron a brillar intensamente.

"¡Lo logramos!" - exclamó Nut, riendo con alegría. La diosa Nut se unió a ellos para celebrar.

Desde aquel día, la niña Nut aprendió que la verdadera magia radica en la bondad y en los deseos compartidos.

Regresó a su pueblo, sintiéndose más sabia y feliz. Las estrellas brillaban más que nunca, y cada noche, Nut miraba al cielo con una sonrisa, recordando la aventura que había tenido y el poder de la esperanza.

Así, Nut se convirtió en una niña especial, cuyo corazón brillaba junto con las estrellas en el cielo, y, desde entonces, siempre cuidó de su comunidad. Y cada vez que miraban al cielo, recordaban que los deseos sinceros siempre encontrarían su camino a las estrellas.

FIN.

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