Oggi y el viaje de los colores



Había una vez un pequeño oso llamado Oggi que recorría hasta lo más profundo del bosque en busca de paz. Este bosque era un lugar mágico, lleno de árboles altísimos y flores que brillaban en tonos de arcoíris. Pero, de todos los lugares del mundo, Oggi amaba aquel rincón porque allí podía escuchar el susurro del viento y ver cómo las hojas danzaban con la brisa.

Un día, mientras exploraba un sendero cubierto de flores, Oggi se encontró con un pequeño caracol que avanzaba lentamente.

- Oye, ¿por qué estás tan solo aquí? - preguntó Oggi curioso, acercándose al caracol.

- Vine a buscar hojas de muchos colores - respondió el caracol con una sonrisa tímida.

- Quiero hacer un hogar bonito y pintoresco. -

Oggi, intrigado por la misión del caracol, decidió ayudarlo.

- ¡Yo también quiero ayudar! ¿Te gustaría que fuéramos juntos? - propuso Oggi.

- Claro, ¡sería genial tener compañía! - dijo el caracol, contento.

Así, Oggi y el pequeño caracol comenzaron su aventura. Primero llegaron a un frondoso roble. Al mirar hacia arriba, Oggi vio hojas en un verde brillante brillando al sol.

- ¿Por qué no empezamos por aquí? - propuso Oggi.

- Pero estas hojas son solo verdes - dijo el caracol. - Debo encontrar hojas de diferentes colores.

- Entonces sigamos buscando - dijo Oggi, decidido.

Siguieron su camino y encontraron un arbusto repleto de hojas de un rojo intenso.

- ¡Mirá! ¡Son hermosas! - exclamó Oggi.

- Sí, pero aún necesito más colores - respondió el caracol.

Motivados, continuaron su búsqueda y tras un rato, llegaron al arroyo. Allí, las hojas de sauce resplandecían en dorado bajo la luz del sol.

- ¡Mira, estos son dorados! - gritó Oggi emocionado.

- ¡Perfecto! - dijo el caracol, y comenzó a recoger algunas hojas.

De repente, Oggi notó que algo brillaba en el fondo del arroyo. Al acercarse, se dio cuenta de que había una brillante hoja azul atrapada entre las piedras.

- ¡Mirá, caracol! ¡Una hoja azul! ¡Tenemos que sacarla! - dijo Oggi.

El caracol observó la situación.

- No puedo ir debajo del agua, Oggi. Necesitamos pensar en cómo conseguirla. -

Oggi miró a su alrededor y tuvo una idea.

- ¡Ya sé! Vamos a pedir ayuda a los pescaditos. Ellos pueden nadar y quizás nos ayuden a recogerla.

Así que llamaron a los peces que nadaban en el arroyo y les explicaron la situación. Los peces, emocionados de ayudar, se sumergieron y con mucho cuidado lograron sacar la hoja azul.

- ¡Lo logramos! - gritó Oggi, saltando de alegría.

- ¡Gracias! ¡Gracias! - repetía el caracol, feliz por la mejora en su colección.

Ya con varias hojas de distintos colores, Oggi y el caracol decidieron descansar en un claro del bosque.

- ¿No es bonito lo que hicimos juntos? - dijo Oggi, admirando todas las hojas a su alrededor.

- Sí, nunca pensé que podría encontrar tantas hojas maravillosas - respondió el caracol, mientras se acomodaba entre las hojas. - Gracias por ayudarme, Oggi.

A medida que el sol comenzaba a ponerse, el cielo se tiñó de naranjas y rosas. Oggi observó maravillado el espectáculo de colores.

- Sabes, creo que hemos creado algo aún más hermoso que las hojas - dijo Oggi mirando al caracol. - Creé un lazo de amistad.

El caracol sonrió, entendiendo que la verdadera belleza no solo estaba en los colores de las hojas, sino también en la amistad que habían forjado.

Desde ese día, Oggi y el pequeño caracol siguieron explorando el bosque y recolectando hojas de muchos colores, pero lo que más valoraban era su compañía. Y así, el oso y el caracol aprendieron que no importa cuán diferentes sean los sueños de cada uno, siempre se pueden compartir experiencias y crear recuerdos aún más valiosos juntos. Y así, cada día era una nueva aventura en su mágico bosque.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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