Ojitos Bellos y el Mundo Maravilloso
En un reino muy lejano, habitaba una hermosa princesa llamada Ojitos Bellos. Su nombre se debía a que tenía unos ojos tan brillantes que destellaban como las estrellas en la noche. Pero Ojitos Bellos no solo era hermosa por fuera, sino que tenía un corazón lleno de bondad y deseo de ayudar a los demás.
Un día, mientras paseaba por el bosque cercano al palacio, encontró a un pequeño conejo llorando.
"¿Qué te pasa, pequeño?" - le preguntó Ojitos Bellos.
"He perdido mi hogar y no encuentro a mi mamá" - sollozó el conejo.
La princesa, al ver el sufrimiento del conejito, decidió ayudarlo. "No te preocupes, ¡te ayudaré a encontrar a tu mamá!" - dijo con determinación. Juntos comenzaron la búsqueda, preguntando a los árboles, a las flores y a los pájaros si habían visto a la mamá coneja.
Mientras avanzaban, llegaron a un claro donde se encontraba un castillo encantado, rodeado de un hermoso lago. Sin embargo, el castillo estaba cubierto de neblina y se oía un extraño canto.
"¿Qué será eso?" - se preguntó Ojitos Bellos intrigada.
Decidió acercarse, y al llegar, descubrió a un grupo de princesas encantadas que no podían salir del castillo porque una malvada bruja las había atrapado.
"¡Ayuda, por favor!" - gritó una de las princesas al ver a Ojitos Bellos.
"No se preocupen, ¡las liberarás!" - dijo el conejo con esperanza.
Ojitos Bellos se plantó frente a la puerta del castillo. "¡Bruja, suelta a estas princesas!" - ordenó con valentía.
La bruja, sorprendida por la audacia de la princesa, se asomó.
"¿Y qué me ofreces a cambio?" - preguntó, con una sonrisa maliciosa.
"Te ofrezco mi ayuda. Dime, ¿qué necesitas para liberar a las princesas?" - respondió Ojitos Bellos.
"Siempre quise tener la risa más hermosa del reino. Si me la traes, las princesas serán libres" - exigió la bruja.
Ojitos Bellos sabía que conseguir la risa más hermosa no sería fácil, así que se despidió del conejo por un momento y partió en busca de la risa. Comenzó a visitar a varios personajes del bosque, buscando la risa más alegre. En sus viajes encontró a un grupo de pájaros cantores que se reían felices,
"¿Podrían ayudarme?" - preguntó la princesa.
"Claro, nuestra canción es mágica y podría alegrar a la bruja" - respondieron los pájaros.
Regresó al castillo y juntos comenzaron a cantar. La bruja se acercó, intrigada por la melodía.
"Eso suena bastante bien, pero necesito escuchar esa risa" - dijo la bruja con ojos brillantes.
Los pájaros, emocionados, dejaron escapar un par de risas contagiosas.
"¡Eso es!" - exclamó la bruja, colmando el castillo con su risa.
"Ahora, ¿puedes liberar a las princesas?" - preguntó Ojitos Bellos, con la esperanza en el corazón.
La bruja, con una sonrisa en su rostro, dijo:
"Está bien. Las princesas están libres, pero recordaré esta risa para siempre. No podría haberlo hecho sin ti".
Las princesas, agradecidas, se acercaron a Ojitos Bellos y al conejo.
"¡Gracias por liberarnos! Eres una verdadera heroína" - dijeron.
Al final del día, Ojitos Bellos y sus nuevas amigas se despidieron de la bruja, quien prometió nunca volver a encerrar a nadie.
La princesa y el conejo se despidieron, y Ojitos Bellos volvió a casa, sintiéndose feliz de haber ayudado a los demás.
"Nunca dejes de ayudar, siempre hay alguien que necesita una mano amiga" - le dijo el conejo antes de irse.
"¡Lo prometo!" - respondió Ojitos Bellos, sonriendo.
Desde entonces, Ojitos Bellos no solo se convirtió en una princesa famosa, sino también en símbolo de amistad y generosidad. Y el bosque nunca dejó de escucharse lleno de risas, convirtiéndose en un lugar mágico donde siempre podías encontrar a alguien dispuesto a ayudar.
FIN.