Ojo azul, oreja ausente



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de prados verdes y ríos cristalinos, un gato llamado Mishi con un ojo brillante y azul como el cielo, pero el otro tuerto y nublado.

Junto a él vivía su mejor amigo, un perro llamado Rufus, quien había perdido una oreja en una travesura de cachorros. Mishi y Rufus eran inseparables.

Se pasaban los días correteando por los campos, persiguiendo mariposas y contándose sus secretos más profundos bajo la sombra de un viejo roble. Siempre estaban ahí el uno para el otro, compartiendo risas y consuelo en los momentos difíciles. Un día, una familia del pueblo decidió que querían adoptar a Mishi.

Pensaban que el gato tuerto sería feliz viviendo en una casa cómoda con comida abundante y cariño sin límites. Pero cuando intentaron llevarse a Mishi lejos de Rufus, ambos amigos se miraron con tristeza y angustia.

"¡No pueden separarnos! ¡Somos amigos para siempre!", maulló Mishi con voz temblorosa. "¡Rufus es mi hermano del alma! No puedo vivir sin él", ladró Rufus con determinación. La familia quedó sorprendida al ver la conexión especial entre el gato tuerto y el perro sin oreja.

Se dieron cuenta de que separarlos sería como arrancarles una parte de sí mismos. Entonces, decidieron preguntarles a Mishi y Rufus qué querían hacer. "¿Quieren estar juntos siempre?", preguntó la madre de la familia.

Mishi y Rufus se miraron a los ojos con complicidad y asintieron al unísono. Así fue como la familia decidió adoptar a ambos amigos inseparables. Construyeron una casita especial para ellos en el jardín, donde pudieran jugar y descansar juntos todo el tiempo que desearan.

Mishi nunca más se sintió solo ni incompleto con su ojo tuerto, porque tenía a Rufus a su lado para guiarlo en cada aventura.

Y así, Mishi y Rufus demostraron que la verdadera amistad va más allá de las apariencias físicas o circunstancias externas; es un lazo eterno que une corazones para siempre.

Y aunque cada uno tenía sus defectos visibles, juntos eran perfectamente imperfectos e increíblemente felices siendo quienes eran: dos amigos inseparables que encontraron en su compañerismo la verdadera felicidad.

FIN.

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