Ojo, el gallo curioso y valiente



Había una vez un pequeño pueblo llamado "La Granja". En este lugar vivían muchos animales, pero uno de ellos se destacaba por encima del resto: Ojo, el gallo más valiente y astuto que existía.

Un día, mientras Ojo caminaba por los campos de la granja, encontró a un grupo de pollos llorando. Al acercarse, descubrió que habían perdido su pelota de voleibol favorita en el bosque cercano y no sabían cómo recuperarla.

- ¿Qué pasa aquí? - preguntó Ojo con curiosidad. - Hemos perdido nuestra pelota y ahora no podemos jugar al voleibol - respondió tristemente uno de los pollos. Ojo decidió ayudar a sus amigos y fue en busca de la pelota al bosque.

Después de buscar durante horas, finalmente encontró la pelota atrapada entre las ramas altas de un árbol. Pero había un problema: para llegar hasta ella necesitaba saltar desde una rama muy alta.

- No te preocupes - dijo Ojo a los pollos - yo puedo hacerlo. Y así fue como Ojo saltó desde la rama más alta del árbol y logró alcanzar la pelota con éxito.

Los pollos estaban felices y agradecidos con su amigo por haberles devuelto su preciada pelota. Pero cuando regresaron a casa, descubrieron que uno de los pollitos tenía un problema serio: tenía una uña infectada que le dolía mucho.

Los demás animales no sabían qué hacer para ayudarlo, pero Ojo recordó algo importante que había aprendido en sus aventuras anteriores. - Esperen, yo sé cómo ayudarlo - dijo Ojo - una vez tuve un piojo que me causó mucho dolor en mi cabeza.

Pero lo curé con un remedio casero que aprendí de mi abuela. Y así fue como Ojo preparó un remedio natural para curar la uña infectada del pollito. Le aplicaron el remedio y después de unos días, la uña sanó completamente.

Los animales de La Granja estaban impresionados por las habilidades y astucia de Ojo. Pero lo más importante es que habían aprendido una gran lección: siempre hay una solución para cada problema, solo necesitas tener coraje e ingenio para encontrarla.

Desde ese día en adelante, los pollos jugaron al voleibol todos los días gracias a su pelota recuperada y el pollito se sintió mejor gracias al remedio casero de Ojo.

Y aunque no volvieron a enfrentar problemas tan grandes como esos, siempre recordaron la valentía y sabiduría de su amigo gallo, quien había demostrado que nunca debemos darnos por vencidos ante las dificultades.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!