Olivia, la luchadora



Era una fría noche de diciembre cuando Olivia decidió llegar al mundo antes de lo esperado. En una pequeña ciudad, su mamá, Rebeca, y su papá, Álvaro, esperaban su llegada con mucha emoción. Pero cuando la doctora dijo que Olivia debía quedarse en el hospital por un tiempo, el corazón de Rebeca se rompió un poco.

"¡No puedo creerlo!" - exclamó Rebeca mientras miraba a su recién nacida a través del vidrio de la incubadora.

"Va a estar bien, amor. Solo necesita un poco más de tiempo" - le respondió Álvaro, con una sonrisa triste.

Rebeca, sin embargo, tuvo que ser ingresada al hospital por complicaciones. Durante cinco largos días, no pudo ver a su pequeña. Ella se sentía triste y desesperada.

"¿Cuándo podré ver a Olivia?" - lloró Rebeca a la enfermera.

"Pronto, lo prometo. Ella es muy fuerte, lo vas a ver" - le contestó la enfermera con una sonrisa amable.

Finalmente, el día llegó. Rebeca, aunque un poco débil, pudo salir del hospital y dirigirse a la unidad de neonatología donde estaba su bebé. Al entrar, la luz del lugar iluminó su rostro, pero lo que más brillaba era la esperanza.

"¡Hola, mi amor!" - dijo Rebeca mientras se acercaba a la incubadora.

Olivia, con sus pequeños bracitos que apenas tenían fuerza, alzó su mano y movió los deditos. Para Rebeca, ese gesto era un triunfo.

Los días pasaron y Rebeca y Álvaro visitaban a Olivia todos los días. Cada uno de ellos llevaba consigo un pequeño regalo: una manta suave, un osito de peluche y muchas palabras de amor.

Rebeca, con su corazón de mamá superhéroe, nunca se dio por vencida. Aprendió sobre cómo cuidar a su bebé, cómo hacerle masajes suaves, y así mientras hablaba con ella, Olivia se sentía más fuerte.

"Olivia, eres mi luchadora. Vas a salir de esto, lo sé" - le decía Rebeca mientras acariciaba su pequeño rostro.

Pero no todo era fácil. Un día, al llegar al hospital, Rebeca se dio cuenta de que la incubadora de Olivia tenía una luz roja parpadeando y un grupo de enfermeras rápidamente se movían a su alrededor.

"¿Qué está pasando?" - gritó Rebeca, sintiendo cómo su corazón se aceleraba.

"No se preocupe, estamos cuidando a Olivia. Es solo un pequeño contratiempo" - explicó una de las enfermeras.

La espera fue interminable, pero después de lo que pareció ser una eternidad, la enfermera salió y sonrió.

"Olivia está bien. La situación ya está controlada".

Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no eran solo de miedo, también de alivio.

"Gracias. Gracias, por favor, díganle que la amo" - susurró, mientras se dejaba llevar por la emoción.

Han pasado ya dos meses desde que Olivia llegó al hospital. Ella seguía siendo la guerrera que su mamá sabía que era. En su 65º día, por fin, la buena noticia llegó.

"¡Olivia puede irse a casa!" - gritó el doctor, mientras se acercaba a Rebeca y Álvaro.

Ambos se abrazaron, llenos de alegría.

"Olivia, ¿estás lista para conocer tu hogar?" - dijo Álvaro, emocionado.

Rebeca tomó a su pequeña y lloró de felicidad.

"Siempre hemos estado contigo, y siempre lo estaremos".

Así, en una mañana soleada, la familia se llevó a casa a su luchadora Olivia. Aprendieron que la paciencia y el amor son las mejores armas para enfrentar cualquier desafío.

"Siempre recuerda, Olivia, que eres una campeona y tu fuerza siempre nos maravilla" - le dijo Rebeca mientras la abrazaba fuertemente, sabiendo que cada nuevo día sería una nueva aventura juntos.

FIN.

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