Olivia y el Bosque de los Disfraces
Había una vez una ovijita llamada Olivia, que vivía en una tranquila granja al borde de un espeso bosque. Cada mañana, cuando el sol empezaba a asomarse, Olivia saltaba de su cama de paja con una sonrisa en su rostro, lista para una nueva aventura. Le encantaba vestirse con su tutu de colores vibrantes y el sombrero más divertido que pudiera encontrar en su armario. Tenía unos gorros de muchos tipos, algunos eran de pirata, otros de explorador, y hasta tenía uno en forma de estrella que le quedaba divino.
Un día, mientras se preparaba, dijo para sí misma: "Hoy es un día perfecto para ir al bosque y disfrazarme con mis amigos"-. Y sin perder tiempo, salió corriendo hacia su lugar favorito.
Al entrar al bosque, el aroma a flores y el canto de los pájaros la envolvieron. Y no pasó mucho tiempo hasta que se encontró con sus amigos: la ardilla Sara, el conejo Ramón y la tortuga Tina.
"¡Hola, amigos!"-, saludó Olivia, moviendo su tutu.
"¿Listos para una nueva aventura de disfraces?"- preguntó emocionada.
"¡Sí!"- gritaron todos al unísono.
Los cuatro se pusieron a buscar en un viejo baúl que encontraron en el bosque. ¡Era un baúl mágico que se llenaba cada vez que alguien tenía una gran idea! Cuando lo abrieron, encontraron disfraces de todo tipo: un vestido de princesa, un traje de espacio, un disfraz de dinosaurio y hasta una capa de superhéroe.
"Yo quiero ser un superhéroe"-, dijo Ramón entusiasmado, mientras se ponía la capa.
"Yo quiero ser una astronauta"-, aseguró Sara, al deslumbrarse con el traje de espacio.
"Y yo seré una princesa"-, exclamó Olivia, aunque también pensaba que el disfraz de dinosaurio era muy divertido.
"Tina, ¿y vos?"- le preguntaron todos.
"Yo seré la guardiana de los disfraces. Nadie puede ser más divertido que yo"-, respondió la tortuga con una sonrisa amplia.
Pasaron la tarde jugando a diferentes historias en las que cada uno era un personaje especial. De repente, mientras jugaban a ser superhéroes, una sombra grande apareció por detrás de los árboles. Todos los amigos se dieron vuelta y vieron a un gran oso que los miraba curioso.
"¿Qué hacen ustedes por aquí?"- preguntó el oso con voz profunda.
"Estamos jugando a los disfraces para divertirnos"-, dijo Olivia con un brillo en los ojos.
"¿Puedo jugar con ustedes?"- preguntó el oso, un poco tímido.
"¡Claro que sí!"- respondieron al unísono, encantados de incluir un nuevo amigo en sus aventuras.
Así que el oso también se disfrazó, eligiendo un gorro de pirata que le quedaba enorme. Juntos comenzaron a jugar a una aventura de tesoros escondidos. Buscaban mapas, corrían entre los árboles y se reían a carcajadas.
"Miren, encontré un tesoro"-, dijo Olivia emocionada, mientras levantaba una caja llena de chiquitas de colores brillantes que se veían como caramelos.
"¿Son de verdad?"- preguntó la ardilla al acercarse a mirar.
"No, son solo piedras pero son muy bonitas"-, respondió Olivia con alegría.
"Podemos usarlas para crear algo divertido"- propuso Ramón. Todos estuvieron de acuerdo.
A la tarde, con el baúl de disfraces y las piedras de colores, decidieron hacer una fiesta. Invitaron a todos los animales del bosque: el ciervo, las aves, incluso a las mariposas. Prepararon una gran mesa con todas las chiquitas de colores y muchos juegos.
"Esta será la fiesta más divertida del bosque"-, dijo Olivia mientras decoraba un árbol con las piedras.
Cuando llegó la noche, el bosque se iluminó con luces de colores y risas. Todos bailaban, se disfrazaban y jugaban juntos. En ese momento, Olivia se dio cuenta de lo feliz que era al estar con sus amigos, compartiendo risas y aventuras.
"Hoy aprendí algo muy importante"-, dijo Olivia al final de la fiesta.
"¿Qué aprendiste, Olivia?"-, preguntó Tina curiosa.
"Que la verdadera diversión no son solo los disfraces o los juegos, sino compartir esos momentos con amigos y hacernos reír mutuamente"- concluyó, mientras todos la abrazaban.
Así, con los corazones llenos de alegría, los amigos se despidieron prometiendo seguir teniendo aventuras juntos. Y así, cada vez que Olivia iba al bosque, sabía que no solo se llevaría su tutu y sus divertidos gorros, sino también la alegría de estar junto a quienes más amaba.
FIN.