Olivia y la curiosidad mágica



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Felina, una gatita muy traviesa y juguetona llamada Olivia. Olivia era conocida por ser la más intrépida de todos los gatitos del lugar, siempre metiéndose en problemas y causando travesuras.

Un día soleado, mientras los demás gatitos jugaban tranquilamente en el parque, Olivia decidió explorar un lugar prohibido: la casa de la bruja Agatha.

Todos en el pueblo sabían que la bruja Agatha era gruñona y malhumorada, y que no le gustaban nada los animales curiosos como Olivia. Olivia se coló sigilosamente por la ventana de la casa de la bruja Agatha, emocionada por descubrir qué secretos se escondían allí.

Pero apenas había dado unos pasos cuando escuchó una voz grave detrás suyo:- ¡¿Qué crees que estás haciendo aquí, pequeña intrusa? ! Era la bruja Agatha, con su sombrero puntiagudo y su mirada fiera. Olivia intentó disculparse rápidamente:- Lo siento mucho, señora Bruja.

Soy Olivia, una gatita curiosa que quería conocer más sobre usted. La bruja Agatha frunció el ceño pero luego soltó una risa sorprendente. - ¡Vaya! No esperaba tener visitas peludas hoy.

Pero ya que estás aquí, ¿por qué no te quedas para tomar el té? Olivia se sintió aliviada al ver que la bruja Agatha no estaba tan enfadada como pensaba. Así que aceptó encantada quedarse a tomar el té con ella.

Mientras tomaban té con pastelitos, la bruja Agatha le contó a Olivia historias fascinantes sobre sus viajes por el mundo y las criaturas mágicas que había visto. Olivia escuchaba atentamente cada palabra, maravillada por todo lo que estaba aprendiendo.

Al finalizar la tarde, cuando Olivia se despidió de la bruja Agatha para regresar a casa, ésta le dijo con una sonrisa:- Has demostrado ser valiente al entrar en mi casa sin miedo.

Recuerda siempre que la curiosidad puede llevarte a lugares inesperados y maravillosos si sabes cómo utilizarla correctamente. Desde ese día, Olivia siguió siendo traviesa y juguetona; pero ahora también era más sabia gracias a las enseñanzas de la bruja Agatha.

Y aunque continuaba metiéndose en problemas de vez en cuando, siempre recordaba las palabras de su nueva amiga: "La curiosidad puede llevarte lejos si sabes cómo usarla". Y así fue como Olivia aprendió una importante lección aquella tarde: nunca subestimar el poder de ser valiente y curioso al mismo tiempo.

FIN.

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