Olivia y la Fiesta de la Amistad
Había una vez una niña llamada Olivia, que miraba por la ventana con una expresión triste en su rostro. Hoy sus ojos no brillaban como de costumbre, y su mamá, preocupada, se acercó a ella.
- ¿Qué te pasa, Olivia? - le preguntó su mamá con una voz suave.
- Mamá, estoy muy triste - respondió Olivia con un suspiro profundo.
- ¿Por qué, hija? - indagó la madre, acariciando el cabello de Olivia.
- Es que la mayoría de mis amigos no me invitan a jugar. Me siento sola. - dijo Olivia, limpiándose una lágrima que había caído por su mejilla.
La mamá de Olivia la miró con empatía y decidió que era momento de ayudar a su hija a ver las cosas de una manera diferente.
- ¿Sabes? - comenzó la madre con una sonrisa - Una vez, cuando era pequeña, también me sentí sola. Pero descubrí que a veces, la mejor forma de hacer amigos es ser valiente y dar el primer paso. ¿Qué tal si organizas una fiesta en casa para intentar acercarte a ellos?
Olivia se quedó un momento pensando y, aunque le brillaron los ojos con la idea, también sentía miedo:
- Y si no vienen... - dijo con inseguridad.
- Pero si no lo intentas, nunca lo sabrás. Además, recuerda que la amistad se construye con acciones, y tú tienes una gran personalidad. Estoy segura de que lo harás genial. - afirmó su mamá.
Animada por la confianza de su madre, Olivia decidió planear una fiesta. Pasó días preparando invitaciones, eligiendo juegos y decorando su casa con mucha ilusión. Finalmente llegó el gran día. Olivia estaba nerviosa, pero también emocionada.
A medida que los amigos llegaban, Olivia notaba cómo su corazón latía más rápido.
- ¡Hola, Olivia! - saludaron sus amigos cuando entraron.
- ¡Hola! ¡Gracias por venir! - respondió ella, sintiéndose un poco más confiada.
La fiesta empezó y los niños comenzaron a jugar. Olivia propuso un juego de equipo, donde todos debían colaborar. Era la primera vez que se sentía como parte de algo grande.
Sin embargo, a mitad de la fiesta, un niño llamado Lucas, que siempre había sido el líder en otros juegos, dijo:
- No sé si quiero jugar a esto. Me parece aburrido. - y se cruzó de brazos.
Olivia sintió que su entusiasmo se desvanecía, pero recordó lo que su madre le había dicho sobre la valentía.
- ¡Pero este juego es muy divertido! - afirmó Olivia con firmeza. - Necesitamos trabajar juntos para ganarlo. ¿No te gustaría unirte y ser el mejor equipo?
Lucas la miró sorprendido por su respuesta. A los pocos segundos, entendió y sonrió.
- Está bien, probemos, Olivia. - aceptó Lucas, animándose a unirse.
El juego resultó ser un gran éxito, y todos los niños rieron y colaboraron. Olivia se dio cuenta de que, al ser valiente y tomar la iniciativa, no sólo había conseguido que sus amigos jugaran juntos, sino que también había fortalecido sus vínculos.
Al final de la fiesta, todos los niños agradecieron a Olivia por la diversión.
- Gracias, Olivia. Eres una gran amiga. - dijo Lucas mientras su sonrisa era más grande que nunca.
Cuando la fiesta terminó, Olivia se sintió llena de alegría.
- Mamá, ¡ha sido increíble! - exclamó, corriendo a abrazar a su madre.
- Estoy tan orgullosa de ti. Has demostrado que, aunque a veces te sientas sola, siempre hay una oportunidad para hacer nuevos amigos y disfrutar juntos. - le dijo su mamá con una sonrisa cálida.
Desde aquel día, Olivia no sólo hizo nuevos amigos, sino que aprendió una valiosa lección sobre la importancia de ser valiente y de tomar la iniciativa para forjar conexiones. Y así, sus días de tristeza se convirtieron en una hermosa historia de amistad y alegría. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.