Olivia y su Elefante Rosado en el Lago Encantado



En un reino lejano, donde los arcoíris brillaban más que en cualquier otro lugar, había un hermoso castillo encantado. Allí vivía una niña llamada Olivia junto a su mejor amigo, un elefante rosado llamado Dimi. Dimi no era un elefante cualquiera; podía hablar, volar y hacer aparecer flores de colores solo con un giro de su trompa.

Una mañana soleada, mientras el sol dorado iluminaba el castillo, Olivia decidió que era el día perfecto para una aventura.

"¡Dimi, hoy vamos a explorar el lago encantado!" - exclamó Olivia emocionada.

"¡Sí! Siempre hay cosas maravillosas para descubrir allí," respondió Dimi, agitando sus grandes orejas.

Las dos amigas emprendieron su travesía llevando consigo un picnic con deliciosas galletas y jugo de frutas. Al llegar al lago, se encontraron con un paisaje de ensueño: el agua brillaba como si estuviera llena de estrellas, y los árboles que lo rodeaban estaban adornados con flores gigantes.

"Mirá, Dimi, ¡esos patos son de colores!" - señaló Olivia con asombro.

"¡Y tienen alas de mariposa! ¡Qué lindo!" - agregó Dimi, mientras danzaban felices alrededor del lago.

Mientras jugaban, Olivia notó una silla de madera flotando en el agua.

"¿Viste eso, Dimi?" - preguntó Olivia, con curiosidad.

"Vamos a ver qué hay ahí," sugirió Dimi.

Ambos se acercaron y descubrieron que la silla, además de ser muy bonita, tenía un mapa colgado en su respaldo. Con emoción de aventureros, Olivia desenrolló el mapa y leyó en voz alta:

"Este mapa lleva a la Isla de los Deseos. Si encontramos la isla, podremos pedir un deseo. ¡Vamos, Dimi!"

"¡A volar!" - respondió Dimi, alzándose en el aire con Olivia en su espalda.

Tras un corto vuelo, la isla apareció ante ellos. Era un lugar mágico, lleno de árboles de caramelos y ríos de chocolate.

"¡Mirá esos árboles! Pueden ser un buen lugar para hacer nuestro picnic," dijo Olivia.

Al aterrizar, decidieron disfrutar de su comida. Pero antes de comenzar, escucharon una voz delicada que procedía del centro de la isla.

"¡Ayuda! ¡Ayuda!" - sonó la voz.

Olivia y Dimi se miraron con preocupaciones.

"¿Qué será?" - preguntó Olivia.

"Vamos a ayudar, ¡esas son las aventuras más emocionantes!" - respondió Dimi.

Siguiendo la voz, se encontraron con una diminuta hada atrapada entre las ramas de un árbol de caramelos.

"¡Gracias por salvarme!" - dijo la hada, agradecida. "Estoy buscando el tesoro de la isla, pero me caí mientras volaba."

Olivia y Dimi le ofrecieron su ayuda.

"¿Cómo podemos ayudarte?" - preguntó Olivia, dispuesta a hacer lo necesario.

La hada explicó que el tesoro se encontraba custodiado por un dragón amistoso que solo concedía acceso a aquellos que demostraran ser valientes y solidarios.

"No te preocupes, ¡tenemos valentía!" - aseguró Dimi.

Los tres amigos se dirigieron hacia la cueva donde vivía el dragón. A medida que se acercaban, escucharon un suave ronroneo.

"Soy yo, el dragón amigo," retumbó la voz del dragón al abrir la cueva. "¿Qué quieren?"

Olivia dio un paso al frente.

"Venimos a pedirte acceso al tesoro, pero también queremos ayudarte. La hada nos dijo que necesitabas compañía."

El dragón, al escuchar esas palabras, sonrió.

"Ciertamente, me siento solo a veces. Pero primero, deben demostrar su amabilidad."

Primero, el dragón pidió que hornearan galletas para una fiesta. A Olivia y Dimi les encantó la idea, así que se pusieron manos a la obra. Con un poco de ayuda mágica de la hada, hornearon las galletas más deliciosas del mundo.

"¡Qué golosos! ¡Nunca había probado algo tan delicioso!" - exclamó el dragón después de probarlas.

Luego, el dragón les ofreció el acceso al tesoro. Al abrir el cofre, encontraron una brillante gema dorada.

"Esta piedra tiene el poder de hacer felices a todos en el reino," dijo el dragón. "Pueden usarla para ayudar a otros."

Olivia miró a Dimi y luego a la hada.

"Creemos que esta gema debería usarla todo el reino," dijo Olivia. "¡Así todos podrán ser felices juntos!"

El dragón se impresionó por la decisión desinteresada de Olivia.

"Eres muy sabia, pequeña. Te agradezco la amabilidad que han demostrado. La gema será más poderosa en manos de una niña tan generosa."

Con la gema en sus manos y el corazón lleno de alegría, Olivia y Dimi regresaron al lago encantado. Allí se despidieron de la hada, prometiendo siempre ayudar a los amigos y ser generosos con su amor.

"¡Hasta la próxima aventura!" - dijeron, volviéndose hacia el horizonte.

Y así, la niña y su elefante rosado siguieron sus días de juego en el castillo, con la certeza de que la bondad y la amistad siempre los llevarían a nuevas y mágicas aventuras.

FIN.

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