Orejas de Amistad



Había una vez en un colegio muy colorido y alegre, un niño llamado Carlitos. Carlitos era diferente a los demás niños de su clase, tenía una forma física única que lo hacía destacar.

Tenía unas orejas un poco más grandes de lo normal, lo que provocaba que algunos de sus compañeros se burlaran de él. Carlitos se sentía triste y solo.

A pesar de ser amable y simpático, muchos niños no querían jugar con él por ser diferente. Esto entristecía mucho a Carlitos, quien anhelaba tener amigos con quienes compartir aventuras y risas. Un día, mientras Carlitos estaba sentado en un rincón del patio del colegio, apareció Martín, un niño nuevo en la escuela.

Martín se acercó a Carlitos con una sonrisa cálida y le dijo: "¡Hola! ¿Quieres ser mi amigo?". Carlitos no podía creerlo; nadie antes le había ofrecido amistad de esa manera. "¡Claro que sí!", respondió emocionado Carlitos.

Desde ese día, Martín y Carlitos se convirtieron en inseparables. Martín no veía las diferencias físicas de Carlitos como algo malo; al contrario, admiraba su singularidad y lo valoraba por ser quien era.

Juntos jugaban en el recreo, compartían sus loncheras e incluso formaban equipo en las clases grupales. Poco a poco, otros compañeros empezaron a notar la bonita amistad entre Martín y Carlitos.

Al ver cómo se divertían juntos sin importar las diferencias físicas, varios niños decidieron acercarse a ellos para unirse también. Pronto, el grupo se fue ampliando hasta incluir a casi todos los alumnos del colegio. Carlitos ya no se sentía rechazado ni solo; ahora tenía muchos amigos que lo aceptaban tal como era.

La bondad y la amistad sincera habían logrado derribar barreras y prejuicios en el corazón de los niños.

Un día, durante el acto escolar mensual donde cada alumno mostraba alguna habilidad especial frente al resto del colegio, llegó el turno de Carlitos. Con nerviosismo pero con valentía, decidió mostrar su talento para tocar la armónica. Todos quedaron impresionados por la melodiosa música que salía del instrumento cuando soplaba por sus grandes orejas.

Los aplausos resonaron fuertemente en el auditorio mientras Carlitos sonreía radiante junto a sus amigos y familiares orgullosos. Desde ese momento, todos reconocieron la belleza única que poseía Carlitos tanto por dentro como por fuera.

Ya no era visto como diferente; ahora era admirado por su valentía para superar las adversidades y encontrar la verdadera amistad en medio de la diversidad. Y así fue como Carlitos pasó de sentirse rechazado a ser muy feliz gracias al amor incondicional de sus amigos verdaderos.

FIN.

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