Orejas de valentía



Había una vez una niña llamada María, de 6 años, que vivía en un pequeño pueblo.

Todos los días, cuando llegaba la hora de ir a la escuela, María ponía una carita triste y decía: "No quiero ir a la escuela". Su mamá, preocupada por esta situación, decidió hablar con ella para entender qué le pasaba. Sentadas en el jardín de su casa, le dijo: "María, me preocupa que no quieras ir a la escuela.

¿Puedes contarme por qué?"María suspiró y mirando al suelo respondió: "Mamá, no me gusta la escuela porque allí todos se burlan de mí. Me llaman —"orejitas"  porque mis orejas son un poco más grandes que las demás".

La mamá abrazó tiernamente a María y le dijo: "Entiendo cómo te sientes querida. Pero recuerda que lo importante es ser tú misma y aceptarte tal como eres. Además, en la escuela puedes aprender muchas cosas interesantes y hacer nuevos amigos".

María reflexionó sobre las palabras de su mamá y decidió darle una oportunidad a la escuela. El día siguiente fue diferente para María.

Cuando llegó al colegio con un poquito de miedo pero también con mucha valentía, algo sorprendente ocurrió. Una compañera llamada Sofía se acercó a María y le dijo amablemente: "Hola María, he visto que estás triste últimamente. ¿Quieres ser mi amiga? Yo también tengo unas orejas diferentes".

María sonrió emocionada y aceptó encantada la propuesta de Sofía. A medida que pasaban los días, María y Sofía se volvieron inseparables. Descubrieron que tenían muchas cosas en común y se apoyaban mutuamente.

Un día, mientras jugaban en el recreo, un grupo de niños comenzó a burlarse de María por sus orejas. Pero esta vez, algo extraordinario sucedió. Sofía se puso delante de María con una gran sonrisa y les dijo a esos niños: "María es mi mejor amiga y no permitiré que la molesten.

Sus orejas son especiales como ella". Los demás niños quedaron sorprendidos por la valentía de Sofía y poco a poco comenzaron a comprender que no está bien burlarse de los demás.

Desde ese día, María se dio cuenta de lo importante que es ser uno mismo y tener amigos verdaderos que nos acepten tal como somos. Así, cada mañana María iba felizmente a la escuela junto a su amiga Sofía.

Juntas aprendían nuevas cosas, compartían risas y enfrentaban cualquier dificultad con valentía. Y así fue como María descubrió que la escuela puede ser un lugar maravilloso donde aprender, hacer amigos y crecer como persona.

FIN.

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