Oscar y el León Escapista
Era un hermoso día de primavera cuando Oscar y su mamá decidieron que era un buen momento para visitar el zoológico. "- ¡Mamá! No puedo esperar más, quiero ver a los leones!" exclamó Oscar, saltando de emoción.
"- Yo también, corazón. Pero primero, tenemos que tomar el tren. Acordate de llevar tu ticket". Dijo su mamá mientras se aseguraba de que Oscar tenía todo lo que necesitaba.
Al llegar a la estación del tren, la emoción de Oscar era evidente. Sin embargo, al llegar al andén, se dieron cuenta de que el tren estaba por salir. "- ¡Apurate, mamá!" gritó Oscar mientras corría. Su mamá lo siguió rápidamente, pero al intentar abordar el tren, se dieron cuenta de que no tenían el horario claro.
"- ¡Ay, no! Este no es nuestro tren, Oscar. Nos perdimos". Dijo su mamá preocupada. ¡Al parecer, habían tomado el tren equivocado!"- ¡Nooo! Quiero ver a los leones!" lloró Oscar.
"- No te preocupes, hijo. Vamos a encontrar el camino de vuelta". Con paciencia, su mamá analizó el mapa del tren. Después de un rato y de preguntar a un amable conductor, finalmente lograron subirse en el tren correcto. "- ¡Ahora sí! En camino al zoológico", dijo, sonriendo.
Al llegar, se sintieron aliviados y emocionados. ¡El zoológico era aún mejor de lo que habían imaginado! Oscar gritaba: "- ¡Mirá! ¡Las jirafas! ¡Y los pingüinos!". El día avanzaba y la felicidad de Oscar era contagiosa.
Mientras disfrutaban de un helado, su mamá le dijo: "- ¿Te acordás que un día, cuando éramos chicos, nos perdimos en una feria?". Oscar sonrió, "- Sí, y después encontramos el camino gracias a la señora de los globos!".
"- Exacto. A veces, aunque nos equivocamos, siempre hay una manera de corregirlo". Dijo su mamá con ternura.
Al llegar a la sección de los leones, Oscar estaba al borde de su asiento. "- ¡Guau, ahí están! ¡Son enormes!". Pero justo cuando Oscar estaba por sacar una foto, algo inesperado ocurrió. Uno de los leones, llamado Leónidas, logró escapar de su área. ¡Empezó a correr por el zoológico!"- ¡Mamá! ¡El león!" gritó Oscarsusurrando a su mamá quien, asombrada, pudo ver cómo la multitud comenzaba a entrar en pánico. "- ¡Todos tranquilos!" exclamó un guardia del zoológico.
Oscar pensó rápido, "- Mamá, ¡tenemos que ayudar!". Su mamá lo miró, "- ¿Ayudar? ¿Cómo?".
"- Los leones son animales inteligentes. ¿Y si hacemos ruido para que vuelva?" propuso Oscar.
"- Esa es una gran idea, Oscar. ¡Hagámoslo!". Juntos empezaron a chocar sus manos y gritar: "- ¡León, vuelve aquí! ¡León!". La gente alrededor los miraba con duda, pero pronto se unieron a ellos.
Poco a poco, Leónidas dejó de correr y comenzó a acercarse, intrigado por el bullicio. "- ¡Miren! ¡Viene hacia nosotros!" gritó una niña emocionada.
"- ¡Así! ¡Así! ¡Cerca, León!".
Los guardias ya estaban listos. Con mucha calma, fueron acercándose para guiar al león de vuelta a su área. Con un último rugido, Leónidas se dejó conducir con suavidad. Todos aplaudieron y vitorearon.
"- ¡Lo logramos!" dijo Oscar, sintiendo el orgullo correr por sus venas. Su mamá lo abrazó fuerte. "- Estoy tan orgullosa de vos, Oscar. Te has convertido en todo un héroe".
Esa fue una aventura que Oscar nunca olvidaría. Al final del día, aprendió que, aunque a veces el camino puede ser complicado y los imprevistos pueden aparecer, juntos, siempre se pueden encontrar soluciones. Y lo más importante: la colaboración y el valor de ayudar a los demás.
Al volver a casa, mientras el sol se ocultaba, su mamá le dijo: "- ¿Sabés qué? A veces, los mejores recuerdos vienen de las situaciones inesperadas". Oscar sonrió de oreja a oreja, deseando que su próximo viaje fuera tan emocionante como ese. Y así, con el corazón lleno de alegría, se quedó dormido soñando con su próxima aventura.
FIN.