Oscar y el Misterio del Bus Volador
Era un día soleado en el barrio de Oscar, un niño que tenía una gran pasión por los buses. Cada mañana, se sentaba en la ventana y los observaba pasar, maravillándose con cada uno de los colores y formas. Desde pequeño había aprendido a sumar y restar, y ya había dominado el arte de leer y escribir; sin embargo, lo que más adoraba eran los experimentos.
Aquel día, mientras observaba su libro de ciencia, recordó cómo un día había conseguido hacer volar un pequeño papelito con la ayuda de un ventilador. "Si puedo hacer volar esto, ¿por qué no un bus?"- pensó Oscar emocionado. Así que decidió que haría un experimento para crear su propio bus volador.
Con su cuaderno y lápiz, Oscar empezó a dibujar. "Primero, necesito un plan", -se dijo a sí mismo. Luego de un par de horas ensayando distintas ideas, decidió que lo mejor sería usar un globo y una caja de zapatos. Ya tenía todo claro.
"¡Mamá!" -llamó, "¿puedo usar un globo, una caja de zapatos y estas pinturas? Quiero hacer un bus volador!"-
"Claro, Oscar, pero seguro que no se va a volar como un avión, ¿no?" -respondió su mamá, sonriendo.
"¡No lo sé! ¡Eso lo vamos a descubrir!"- dijo Oscar, muy emocionado.
Mientras se preparaba en el patio, su amigo Lucas llegó. "¿Qué estás haciendo?"- le preguntó Lucas, curioso.
"Voy a crear un bus que vuele, ¡quiero que suba por el aire!"- explicó Oscar con energía.
"¿De verdad? Eso suena increíble!"- dijo Lucas, mientras se acercaba.
Oscar continuó trabajando en su proyecto. Usó el globo para llenar de aire la caja de zapatos, decoró su “bus” con colores vibrantes y hasta puso un pequeño muñeco en su interior.
Al terminar, Oscar se sintió muy orgulloso. "Ahora, ¡a probarlo!"- dijo con entusiasmo. Infló el globo y lo ató a la caja, pero justo cuando estaba por soltarlo, un perro comenzó a ladrar cerca. El ruido lo sobresaltó. "¡Ay! No me gusta esto..."- murmuró Oscar, sintiendo que su rutina había sido interrumpida.
Lucas se dio cuenta de lo que pasaba. "¡Oscar! No te preocupes, podemos ir un poco más lejos, al parque. Seguro que ahí está más tranquilo."-
Oscar respiró hondo. "Buena idea, ¡vamos!"- y juntos fueron al parque.
Una vez allí, Oscar se sintió más relajado y listo para probar su bus volador. "Aquí está, ¡preparados?"- dijo mientras levantaba su creación.
Con un empujón suave, Oscar soltó el bus. El globo comenzó a elevarse lentamente, moviéndose en el aire. "¡Mirá, Lucas, está volando!"- gritó, sus ojos brillando con asombro. Pero de repente, el globo explotó.
"Oh, no…"- murmuró Oscar, decepcionado. "No funcionó..."-
Lucas le puso una mano en el hombro. "No importa, Oscar. A veces los experimentos no salen bien, pero aprendemos para la próxima. ¡Hiciste algo asombroso!"-
Oscar miró a su amigo, recordando cuánto le gustaba aprender. "Tal vez deba probar con otra cosa, tal vez un ventilador…"- dijo pensativo. Luego se le ocurrió otra idea. "¡Sí! Puedo hacer que el bus tenga hélices. ¡Voy a seguir experimentando!"-
Ambos amigos se pusieron a trabajar en una nueva versión del bus. Usaron el ventilador y varias partes de juguetes viejos, y juntos crearon algo mágico. Al final del día, Oscar cumplió su objetivo de que su bus volara, y como una recompensa, cada uno disfrutó de un helado en el parque.
"¡Gracias por ayudarme, Lucas!"- dijo Oscar mientras saboreaba su helado. "Hoy aprendí que los experimentos son divertidos y que puedo seguir intentándolo, si algo no funciona." -
Lucas sonrió. "Y siempre estaremos aquí para ayudarnos el uno al otro, ¡como buenos amigos!"-
Y así, Oscar no solo descubrió la alegría de experimentar, sino también que los buenos amigos hacen que cualquier aventura sea aún más asombrosa.
FIN.