Osito Puki y el Sueño de Bailar
En un hermoso bosque, donde los árboles susurraban suaves melodías, vivía un osito llamado Puki. Desde que era pequeño, Puki soñaba con convertirse en un gran bailarín. Cada noche, cuando la luna iluminaba el claro, él se paraba sobre sus patas traseras y ejecutaba saltos, giros y piruetas, imitando a sus amigos: las garzas, los ciervos y hasta a los pequeños conejitos que aplaudían emocionados.
Pero había un problema.
-Puki, no podés bailar como nosotros; ¡sos un oso! -le decía a veces la lechuza, riéndose.
La lechuza era muy sabia, pero también un tanto cruel en sus palabras.
-Sí, lo sé -contestaba Puki con tristeza- pero eso no significa que no pueda intentarlo.
Un día, mientras paseaba por el bosque, Puki conoció a una joven ardilla llamada Lila. Ella estaba practicando movimientos de danza en un árbol, saltando entre las ramas con gracia y alegría.
-¡Hola! -dijo Lila al ver a Puki. -¿Qué estás haciendo?
-Sólo estoy soñando con ser bailarin -susurró Puki con una sonrisa tímida.
-¡Eso suena increíble! -exclamó Lila. -¿Por qué no lo intentás?
-Porque nadie cree que un oso pueda bailar. -dijo Puki, bajando la cabeza.
-Pero yo creo en vos. Quizá solo necesites un poco de práctica y, tal vez, una amiga que te enseñe.
Así fue como Puki y Lila comenzaron a entrenar juntos. Al principio, Puki tropezaba mucho y se caía de su propia torpeza, pero Lila siempre lo alentaba.
-¡Vamos, Puki! Cada vez lo hacés mejor. ¡Intentemos otro movimiento!
Los días pasaron y sus ensayos se convirtieron en un espectáculo. Juntos, crearon una danza que combinaba la fuerza de Puki y la agilidad de Lila. Configuraron un gran show para el resto de los animales del bosque.
Sin embargo, a medida que se acercaba el gran día, Puki empezó a dudar.
-¿Y si todos se ríen de mí? -preguntó con preocupación.
-No te preocupes -respondió Lila mientras le daba una palmadita en el hombro. -Lo más importante es que disfrutemos y que así ellos también lo hagan.
Finalmente, llegó el momento de la presentación. El claro del bosque se llenó de animales curiosos que se acomodaron para ver el espectáculo. Con los nervios a flor de piel, Puki y Lila salieron al escenario.
La música comenzó a sonar y Puki, con cada paso, fue dejando atrás sus miedos. Lo que había comenzado como un simple baile se transformó en un mágico espectáculo de amistad y esfuerzo. Los animales se maravillaron al ver cómo Puki podía moverse con gracia a pesar de ser un oso. Al final, estallaron en aplausos.
-Puki, ¡fuiste increíble! -gritó la lechuza, esta vez llena de admiración.
-Gracias a Lila, quien me animó a seguir mis sueños -respondió Puki con una gran sonrisa.
Desde ese día, Puki no solo fue conocido como un bailarín, sino que se volvió un ejemplo de perseverancia y amistad en el bosque. En cada baile, inspiraba a otros a seguir sus sueños, sin importar cuán grandes o pequeños parecieran. Y así, Puki aprendió que lo importante no es lo que otros piensen de uno, sino el valor de creer en uno mismo y tener amigos que nos apoyen.
Y así, cada noche, Puki y Lila seguían bailando bajo la luz de la luna, compartiendo su amor por la danza con todos los que se acercaban a escucharlos.
FIN.