Osito y la Aventura del Río
Había una vez un pequeño perrito llamado Osito. Su nombre fue elegido por su mamá, quien había notado su personalidad tierna y juguetona. Osito era un French Bulldog lleno de energía y siempre estaba listo para explorar el mundo que lo rodeaba.
Osito vivía en Cuenca, un lugar hermoso donde el río serpenteaba entre árboles y flores. Cada día, después de desayunar, Osito salía corriendo hacia el río, su lugar favorito.
"¡Vamos, vamos al río!"- ladraba emocionado Osito, mientras saltaba de felicidad.
Una vez allí, se zambullía en el agua, haciéndole cosquillas a las plantas que crecían a su alrededor y salpicando a todo aquel que se atrevía a acercarse.
"¡Osito, pareces un pequeño pez!"- reía su amigo Lucas, un niño del barrio que lo acompañaba en sus aventuras.
"¡Quiero jugar!"- decía Lucas, corriendo tras el perrito que salpicaba a todos los que estaban cerca.
Sin embargo, un día, mientras jugaban, Osito notó un objeto brillante en el agua.
"¿Qué será eso?"- se preguntó. Con curiosidad, se acercó y vio que era una hermosa piedra de colores.
"¡Mirá, Lucas!"- ladró Osito, moviendo la cola de emoción.
Lucas se acercó y exclamó:
"¡Es hermosa! Vamos a llevárnosla a casa y se la mostramos a todos."
Pero en ese instante, una voz suave y melodiosa emergió del río. Era la sirena azul, quien les sonrió y dijo:
"Esa piedra es muy especial, niños. Tiene el poder de conceder un deseo, pero solo si es pedido con un corazón sincero."
Osito y Lucas se miraron emocionados.
"¿Qué deseamos?"- preguntó Lucas.
"Yo deseo que todos los perros del mundo sean felices y tengan un hogar amoroso"- ladró Osito, convencido de su respuesta.
La sirena sonrió, pero les advirtió:
"Recuerden, el verdadero poder reside en la acción. Si desean hacer felices a otros, deben comenzar por ustedes mismos y ayudar a los que los rodean."
OSito, entendiendo el mensaje, se propuso ayudar a otros animales que se cruzaban en su camino.
En los días siguientes, junto a Lucas, comenzó a ayudar a otros perritos que estaban en la calle, llevándolos a la casa de Lucas donde podían recibir comida y cariño. Pronto, formaron un pequeño grupo de perritos felices que jugaban en el jardín. Pero un día, Osito se dio cuenta de que no todos tenían la misma suerte.
"Lucas, hay un perrito que siempre vemos en la calle. Se ve triste y solitario. Debemos ayudarlo"- dijo Osito, conmovido.
"Tienes razón, Osito. Vamos a buscarlo"- respondió Lucas con determinación.
Juntos, recorrieron el barrio hasta que encontraron a un pequeño perrito llamado Rocco, que estaba temblando de miedo.
"No te asustes, ven con nosotros. Te prometemos que estarás a salvo"- ladró Osito. Rocco dudó, pero, al ver la ternura en los ojos de Osito, decidió arriesgarse y los siguió.
"Gracias, Osito. Nunca pensé que alguien como yo encontraría amigos"- dijo Rocco, con un hilo de voz.
Osito y Lucas lo llevaron a su casa, donde lo cuidaron y le dieron amor. Rocco poco a poco se fue sintiendo más seguro y feliz. Con el tiempo, Osito y Rocco se hicieron grandes amigos, jugando y corriendo juntos.
"Mirá, Osito, ahora somos un equipo"- dijo Rocco con una gran sonrisa.
"Sí, y recordemos siempre ayudar a los demás"- respondió Osito, moviendo su cola.
La sirena volvió a aparecer una tarde, al ver lo que habían logrado.
"Estoy muy orgullosa de ustedes, han hecho realidad su deseo, no solo ayudando a los perritos, sino también mostrando lo que significa la amistad y la bondad"- dijo la sirena.
"¡Gracias!"- ladraron juntos Osito y Rocco, llenos de felicidad.
Desde entonces, Osito y Lucas no solo jugaron en el río, sino que también se convirtieron en grandes amigos de muchos animales. Todos los días mostraban que la felicidad se multiplica cuando se comparte con los que necesitan alegría y amor.
Y así, Osito comprendió que el poder de un deseo se vuelve realidad cuando hay acción y amor detrás de él. Y cada día, junto a sus nuevos amigos, era una aventura más que maravillosa en Cuenca.
FIN.