Osito y la Luz de la Amistad



En un frondoso bosque, vivía un pequeño oso llamado Osito. Desde que era muy chiquito, los animales del lugar le decían que tenía una actitud traviesa y que podía ser muy malo. Aunque esta no era su intención, cada vez que intentaba jugar, acababa causando un pequeño desastre.

Un día, mientras saltaba y corría, accidentalmente tiró un nido de pájaros al suelo. Los padres pájaros comenzaron a gritar:

"¡Osito, sos un oso malo! ¿Por qué no podés ser más cuidadoso?"

Osito, sorprendido por los gritos de los pájaros, se sintió triste y solo.

"¡Yo solo quería jugar!" - respondió, agachando la cabeza.

Desde ese día, Osito decidió alejarse de los demás. Se sentaba bajo un árbol grande y lloraba por su mala fama. Pero mientras lo hacía, escuchó un suave susurro. Era su amigo, el conejito Saltarín.

"Osito, ¿por qué estás tan triste?" - preguntó Saltarín.

"Todos dicen que soy malo. No tengo amigos porque siempre rompo las cosas." - se lamentó Osito.

El conejito, sabio y entendible, sonrió.

"No eres malo, solo necesitas aprender a jugar con cuidado. Todos cometemos errores, pero eso no significa que no podamos cambiar y ser buenos amigos."

Osito se sintió un poco mejor al escuchar esto, pero no sabía por dónde empezar. Entonces Saltarín le propuso una idea.

"¿Y si hacemos una carrera por el bosque? Así podrás aprender a correr con más cuidado y evitarás tropezar con cosas. Te ayudará a ver lo que hay a tu alrededor!"

"¡Genial! Pero, ¿y si vuelvo a romper algo?" - preguntó Osito nerviosamente.

"Si te concentras y piensas antes de actuar, seguro que podrás hacerlo. Confiá en vos mismo, amigo." - dijo Saltarín con una sonrisa.

Así que, al día siguiente, todos los animales del bosque se juntaron para la carrera. Osito estaba nervioso, pero también emocionado.

"Hola a todos, estoy listo para la carrera!" - gritó Osito, tratando de mostrar confianza.

Cuando comenzó la carrera, Osito empezó a correr con cuidado, manteniendo la vista en el camino. Todo iba bien hasta que llegó una piedra grande en su camino. Recordando las palabras de Saltarín, pensó antes de actuar.

"Puedo saltar, o puedo girar y rodearla. ¡Voy a rodearla!"

Así que giró, y pasó la piedra sin problemas.

Los otros animales estaban sorprendidos.

"¡Miralo a Osito, está corriendo muy bien!" - dijo la ardilla Tuca.

"Parece que aprendió a ser cuidadoso." - comentó el ciervo Rocco.

Fue así como Osito continuó corriendo y, aunque seguía tropezando en algunas cosas, cada vez que eso sucedía, se aprendía algo nuevo. La carrera no solo lo ayudó a divertirse, sino que también le enseñó a ser más atento.

Al final de la carrera, aunque no ganó, los animales lo vitorearon.

"¡Bravo, Osito! ¡Sos un gran corredor!"

"¡Siempre sabrás corregir tus errores!" - dijeron todos a la vez.

Osito se sintió orgulloso. Una cálida sensación invadió su corazón.

"¡No soy malo!" - exclamó.

Luego, se acercó a los padres pájaros que estaban preocupados por su nido.

"Lo siento mucho, quiero ayudarles a reconstruirlo!" - ofreció Osito.

Los pájaros, sorprendidos, asintieron con la cabeza.

"Está bien, Osito. Si realmente quieres ayudarnos, te aceptaremos. Pero ten mucho cuidado esta vez" - dijeron.

"Lo prometo, seré muy, muy cuidadoso!" - aseguró Osito, sonriendo.

Con la ayuda de Saltarín y los otros animales, Osito logró reconstruir el nido. Al final del día, el nido estaba más fuerte que nunca y los pájaros estaban muy agradecidos.

"¡Eres un oso genial, Osito! Ahora sabemos que tienes un gran corazón y que puedes ser bueno si te lo propones."

Osito sintió que, a pesar de sus tropiezos, podía ser un buen amigo y ayudar a los demás.

Desde ese día, la fama de Osito cambió en el bosque. Ya no era conocido como el oso malo, sino como el buen amigo Osito, el que aprendía de sus errores y siempre estaba dispuesto a ayudar.

Y así, Osito descubrió que todos podían hacer cosas buenas, siempre que creyeran en sí mismos y se esforzaran por ser mejores.

FIN.

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