Ovejitas laboriosas



Había una vez un granjero llamado Juan, que vivía en una pequeña granja en el campo. Juan era muy trabajador y se dedicaba a cuidar de sus animales: tenía ovejas, gallinas y vacas.

Un día, Juan se dio cuenta de que la lana de sus ovejas estaba muy sucia y descuidada. Decidió entonces aprender a esquilar las ovejas para obtener lana de mejor calidad.

Buscó información en libros e internet, pero lo más importante fue hablar con otros granjeros que sabían mucho sobre el tema. Con su nueva habilidad adquirida, Juan comenzó a esquilar a sus ovejas con mucho cuidado. La lana quedaba suave y hermosa. Al verla, pensó en qué podía hacer con ella.

Recordó que su vecina Sofía era tejedora y decidió llevarle la lana para que hiciera algo especial con ella. Al llegar a casa de Sofía, tocó la puerta emocionado.

Ella le abrió y al ver la lana tan bonita exclamó: "¡Juan, esta lana es perfecta para tejer! Podríamos hacer bufandas, gorros y hasta mantas". Juan sonrió feliz y le dijo: "-Sofía, me encantaría poder ofrecer esos productos en mi granja como un extra para los visitantes".

"-Claro que sí", respondió Sofía entusiasmada. "-Podemos trabajar juntos para crear una pequeña tienda". Y así fue como empezaron a trabajar juntos en la granja de Juan.

Mientras él seguía cuidando de sus animales y produciendo leche fresca todos los días, Sofía tejía magníficos productos con la lana de las ovejas. La noticia de la granja de Juan y Sofía se extendió rápidamente por el vecindario.

Muchas personas comenzaron a visitar la granja para comprar leche fresca, huevos y los hermosos productos tejidos. La granja se convirtió en un lugar muy popular, lleno de vida y alegría. Un día, una gallina llamada Carmela llegó volando a la granja. "-Hola, me llamo Carmela", dijo emocionada.

"-He estado buscando un hogar donde pueda vivir felizmente". Juan y Sofía quedaron encantados con Carmela y decidieron adoptarla en su granja. Al poco tiempo, Carmela empezó a poner huevos deliciosos todos los días.

Con el tiempo, la granja de Juan se convirtió en un lugar muy especial. Los visitantes disfrutaban de la leche fresca, compraban los productos tejidos por Sofía y se llevaban huevos recién puestos por Carmela.

Juan estaba orgulloso de su trabajo duro y del equipo que había formado con Sofía y Carmela. Juntos demostraron que cuando trabajamos juntos podemos lograr cosas maravillosas.

Y así termina nuestra historia infantil sobre el granjero Juan, su granja llena de animales felices como las ovejas que producen lana hermosa, las gallinas que ponen huevos sabrosos y las vacas que dan leche fresca todos los días. Un ejemplo inspirador para recordarnos lo importante que es trabajar en equipo para alcanzar nuestros sueños.

FIN.

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