Pablito, el héroe de Plumavilla



En un pequeño pueblo llamado Plumavilla, vivía un pollito muy especial llamado Pablito. A diferencia de los demás pollitos, Pablito tenía la increíble habilidad de hablar desde que salió del cascarón.

Pablito siempre soñaba con ser un héroe y ayudar a los demás. Un día, mientras paseaba por el pueblo, escuchó gritos de auxilio provenientes de la casa de la abuelita Rosa. Sin dudarlo ni un segundo, corrió hacia allí para ver qué sucedía.

Al llegar a la casa de la abuelita Rosa, se encontró con dos ladrones intentando robarle todas sus pertenencias. Sin pensarlo dos veces, Pablito se interpuso en su camino y les enfrentó valientemente.

- ¡Dejen en paz a la abuelita Rosa! ¡No permitiré que le hagan daño! - gritó Pablito con determinación. Los ladrones se sorprendieron al ver a un pollito tan valiente y decidido a proteger a la abuelita.

Sin embargo, no estaban dispuestos a dejarse vencer por un simple pollito y comenzaron a perseguirlo por toda la casa. Pablito era rápido y astuto, lograba esquivar los ataques de los ladrones mientras buscaba una forma de detenerlos.

Finalmente, tuvo una brillante idea: corrió hacia el teléfono y marcó el número de emergencias para pedir ayuda. Minutos después, llegaron al lugar el Sargento Gallina y sus compañeros policías.

Al ver al intrépido Pablito enfrentando a los ladrones, decidieron darle una oportunidad única: convertirse en parte del equipo policial del pueblo. Así fue como Pablito se convirtió en el primer pollito policía de Plumavilla.

Con su agilidad para escapar de situaciones peligrosas y su valentía para proteger a los habitantes del pueblo, se ganó el respeto y la admiración de todos. Desde ese día, Pablito patrullaba las calles junto al Sargento Gallina y juntos mantenían seguro a Plumavilla. Los ladrones ya no osaban acercarse al pueblo sabiendo que tenían al intrépido pollito policía vigilando cada rincón.

Y así, gracias al coraje y determinación de Pablito, el pueblo vivió en paz y seguridad. La abuelita Rosa siempre recordaría con cariño cómo aquel pequeño pollito hablador se convirtió en su héroe personal salvándola de aquellos desalmados ladrones.

FIN.

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