Pablo y el Bosque de las Ovejas



En un hermoso y verde bosque que rodeaba la casa de Pablo, había un leñador amable llamado Don Mateo. Todos los días, Pablo paseaba por el bosque junto a su perro Sam, disfrutando de los sonidos de la naturaleza y los suaves movimientos de las hojas. Un día, mientras exploraban, Pablo se topó con un rebaño de ovejas. "¡Hola, ovejitas!", exclamó entusiasmado. Las ovejas, curiosas, se acercaron a él.

"¿Te gustaría jugar con nosotras?" - dijo la oveja más grande, que se llamaba Lía.

"¡Sí!", respondió Pablo, emocionado.

Y así fue cómo Pablo comenzó a jugar con Lía y el resto de las ovejas. Ellas le enseñaron muchos juegos, y Pablo, a su vez, les mostró cómo hacer algunas acrobacias que había aprendido en su casa.

Sin embargo, una tarde, mientras jugaban a las escondidas, comenzaron a notar que todo estaba más silencioso de lo habitual. De repente, apareció un ruido extraño proveniente de un lado del bosque.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Sam, limpiándose las orejas con la pata.

"No lo sé, pero mejor que vayamos a ver" - dijo Pablo, lleno de curiosidad. Las ovejas, aunque un poco asustadas, siguieron a Pablo.

Cuando llegaron al lugar del ruido, se dieron cuenta de que era un grupo de árboles caídos, y el leñador Don Mateo estaba tratando de despejar el camino.

"¡Hola, Pablo!" - saludó Don Mateo con una sonrisa. "Estas fuerzas de la naturaleza pueden ser muy fuertes, a veces, y los árboles se caen. Pero no te preocupes, estoy aquí para asegurarme de que el bosque permanezca seguro para todos."

Pablo se acercó y preguntó:

"¿Puedo ayudar?"

Don Mateo se sorprendió, luego sonrió.

"¡Por supuesto! Pero es importante que lo hagas con cuidado y sigas mis instrucciones."

Así, Pablo, Don Mateo, Sam y las ovejas comenzaron a trabajar juntos. Pablo aprendió a ser cuidadoso y respetar la naturaleza. Además, comprendió la importancia de mantener el bosque limpio y seguro para todos los animales y las personas que pasaban por allí.

Después de un largo día de trabajo, mientras tomaban un descanso, Lía se acercó a Pablo y dijo:

"¡Gracias por ayudarnos a cuidar nuestro hogar!"

Pablo se sintió feliz y orgulloso de haber colaborado. Miranda, una de las ovejas más pequeñas, saltó y dijo:

"¡Y ahora podemos volver a jugar!"

Comenzaron a correr por el prado, saltando y riendo. Pero justo en ese momento, el sol comenzó a esconderse detrás de los árboles, así que Pablo se despidió de Don Mateo.

"¡Hasta mañana! Aprendí mucho hoy. Te veo pronto, Lía!"

De regreso a casa, Pablo pensó en lo mucho que había aprendido y en cómo era importante cuidar de la naturaleza. Esa noche, se fue a dormir soñando con sus nuevas amistades y con el deseo de seguir ayudando a Don Mateo en el cuidado del bosque.

Y así, cada día, Pablo volvía al bosque, no solo para jugar con las ovejas, sino también para aprender más sobre la naturaleza y cómo preservarla. A medida que pasaba el tiempo, Don Mateo se convirtió en un gran amigo y mentor, y Pablo entendió que cuidar de los árboles, los animales, y su hogar era una de las más bellas aventuras que podía vivir.

Y así, Pablo, el niño del bosque, se convirtió en un verdadero guardián de la naturaleza, inspirando a otros niños a amar y cuidar de su entorno.

FIN.

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