Pablo y su gran aventura en la granja
Había una vez un niño llamado Pablo que vivía en una hermosa granja rodeada de montañas y prados verdes. A Pablo le encantaba montar a caballo y cuidar a las ovejas. Tenía un caballo llamado Pícaro, que era divertido y siempre estaba listo para una aventura.
Un día, Pablo decidió que era el momento perfecto para explorar una parte del campo que nunca había visto. "¡Vamos, Pícaro!"- dijo mientras se subía al lomo del caballo. Con una gran sonrisa, comenzó a cabalgar a través de los campos llenos de flores.
Mientras exploraba, Pablo vio algo brillante entre la hierba. "¿Qué será eso?"- se preguntó y decidió acercarse. ¡Era un pequeño reloj de juguete!"¡Qué bonito!"- exclamó Pablo. Pero al mirarlo bien, se dio cuenta de que no estaba solo. Un pequeño corderito llamado Nube lo observaba con curiosidad.
"Hola, Nube. Ven aquí, amigo"- dijo Pablo mientras le ofrecía el reloj. Nube se acercó temeroso pero curioso. "No te preocupes, no te haré daño"-. El corderito se acercó y Pablo le dio el reloj, pero Nube en lugar de jugar, comenzó a mirar hacia el bosque.
"¿Hay algo allá?"- preguntó Pablo. Nube baló como si dijera que sí. Entonces, decidió seguir al corderito adentrándose en el bosque. Quería ver qué era tan interesante. Mientras se adentraban, comenzaron a escuchar a otros animales. "¿Qué será eso?"- se preguntó Pablo, al mismo tiempo que Pícaro relinchaba de emoción.
De repente, vieron a una familia de patitos que intentaban cruzar un pequeño arroyo. "¡Oh no! Los patitos parecen tener problemas"- exclamó Pablo. "¿Qué podemos hacer, Pícaro?"- El caballo parecía entender a su amigo y se acercó al agua.
"¡Pícaro! ¡Eres un héroe!"- gritó Pablo. Juntos ayudaron a los patitos a cruzar el arroyo. Los patitos estaban tan felices que comenzaron a cantar. "¡Gracias, Pablo! ¡Gracias, Pícaro!"- aplaudían los patitos.
"¡Qué alegría ayudarlos!"- dijo Pablo, sintiéndose muy orgulloso. Pero cuando se dio vuelta, se dio cuenta de que Nube había desaparecido. "¡Nube! ¡Nube!"- llamó Pablo, un poco preocupado.
Pablo observó a su alrededor y, de repente, escuchó un balido. "¿Eres tú, Nube?"- siguió la voz hasta encontrar al pequeño cordero atrapado entre unas ramas. "¿Cómo te metiste ahí?"- preguntó Pablo mientras trataba de liberar a su amigo.
Con cuidado, Pablo movió las ramas y, finalmente, Nube quedó libre. "¡Lo lograste, amigo! ¿Ves? No hay que tener miedo, somos fuertes juntos"- dijo Pablo dándole una palmadita a Nube, que parecía feliz de estar a salvo.
Después de su emocionante aventura, Pablo y Nube regresaron al campo. "¡Vamos, amigo!"- dijo mientras se subía nuevamente a Pícaro. "Mañana será otro gran día, ¡y quizás más aventuras nos esperan!"-
Así, Pablo aprendió que, con valentía y un poco de ayuda, siempre podían resolver cualquier problema. Y cada día los animales de la granja lo esperaban para más aventuras. Pablo se sintió muy feliz, porque además de montar a Pícaro, era un gran amigo para los animales que cuidaba.
Desde aquel día, cada vez que Pablo iba a explorar, siempre llevaba a Nube con él. Y juntos, hacían del campo un lugar lleno de emociones y risas.
FIN.