Paco y Fani
En un frondoso bosque, donde los árboles bailaban con el viento y los ríos susurraban melodías, vivía Paco, un astuto zorro con un pelaje dorado brillante. Al otro lado de la colina, en una granja colorida, vivía Fani, la gallina, una ave noble y valiente que siempre cuidaba a su gallinero con esmero. Desde que el sol salía hasta que la luna brillaba, Paco y Fani eran enemigos jurados.
Un día, mientras Paco paseaba por el bosque, se encontró con una trampa que unos cazadores habían puesto. Al ver que estaba atrapado, gritó:
- ¡Ayuda! ¡Alguien, por favor, ayúdame!
Fani, que estaba picoteando semillas cerca, escuchó los gritos y se acercó, confundida. Al ver a Paco en problemas, no pudo evitar sentir un pequeño cosquilleo de preocupación.
- ¡Paco, no puedo ayudarte! Eres mi enemigo - le respondió, aunque en su corazón comenzó a agitarse una pequeña chispa de compasión.
Paco, desde la trampa, la miró con ojos suplicantes.
- No soy tu enemigo ahora, ¡soy solo un zorro en problemas! Si no me ayudas, me quedará el pie atrapado para siempre.
Fani dudó, pero la voz de la bondad le ganó la partida a su desconfianza.
- Está bien, voy a ayudarte... pero no me hagas daño después, ¿sí? - dijo Fani mientras se acercaba a él.
Con mucho cuidado, Fani utilizó su pico para liberar la trampa. Después de un momento que pareció una eternidad, Paco finalmente pudo sacar su pie.
- ¡Gracias, Fani! - exclamó Paco, un poco aturdido. - No esperaba que fueras tan valiente.
Fani, un poco sorprendida por el agradecimiento, sonrió tímidamente.
- Solo hice lo que cualquier gallina haría en mi lugar.
Los días pasaron, y Paco, agradecido, comenzó a mirar a Fani con otros ojos. Se di cuenta de que su enemistad no era necesaria, y decidió invitarla a darle un paseo por el bosque.
- Fani, ¿quieres venir a explorar conmigo? Hay unos lugares hermosos que te gustaría conocer.
Fani se rió, escéptica pero intrigada.
- ¿Un paseo con un zorro? No sé si es una buena idea...
- No tienes nada que temer. Te prometo que solo quiero ser tu amigo - insistió Paco.
Finalmente, su curiosidad pudo más que su desconfianza, y Fani aceptó la invitación. Juntos, recorrieron lugares mágicos: un arroyo donde los peces saltaban, un prado lleno de flores de colores, y hasta encontraron una cueva llena de maravillosas pinturas naturales.
Poco a poco, Fani y Paco comenzaron a reírse y disfrutar de su compañía. Fani le contaba historias de la granja, y Paco compartía anécdotas del bosque.
Un día, mientras estaban en el arroyo, Fani se dio cuenta de algo.
- Paco, ¿qué hay de toda esa rivalidad entre nosotros? ¿Por qué la tuvimos?
Paco pensó por un momento y dijo:
- Tal vez porque no nos tomamos el tiempo de conocernos. Jugamos siempre en la misma orilla del río, pero nunca nadamos juntos.
Ambos comenzaron a reír, y Fani agregó con burla:
- ¡Y eso que dices es cierto! ¡Me parece que deberíamos invitar a los demás animales a jugar - así no habrá más enemistades!
Paco se emocionó con la idea y propuso un gran picnic.
- ¡Sí! Invite a los conejos, a las ardillas y hasta a los patos. Será una fiesta increíble.
Cuando el gran día llegó, todos los animales del bosque y de la granja se reunieron. Fani llevó sus semillas más ricas y Paco trajo fresas del bosque. Todos comieron, rieron y jugaron juntos.
Al final del día, mientras el sol se ponía, Paco y Fani se sentaron juntos a observar a sus amigos.
- Nunca pensé que podría tener una amiga como vos, Fani - dijo Paco, llenando su boca de fresas.
- Y yo nunca imaginé que un zorro pudiera ser tan amable - respondió Fani, sintiéndose feliz.
Desde aquel día, Fani y Paco no solo aprendieron a respetarse, sino a disfrutar de la amistad que habían construido, recordando siempre que el entendimiento nace del conocimiento y del respeto mutuo. Y así, sus días de enemistad se convirtieron en aventuras compartidas, demostrando a todos que, a veces, las mejores amistades surgen de las diferencias.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.