Panchito y la lección de la prudencia



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, un simpático y valiente perrito llamado Panchito. Panchito era conocido por ser muy curioso y aventurero, siempre estaba buscando nuevas travesuras para divertirse.

Un día soleado de primavera, Panchito decidió explorar el bosque cercano a su casa. Mientras correteaba entre los árboles y olfateaba las flores silvestres, vio algo brillante en el suelo.

¡Era una lata de pintura roja! Sin pensarlo dos veces, Panchito se acercó y comenzó a jugar con ella. Pero de repente, la lata se cayó y la pintura roja salió disparada, ¡cubriendo todo el pelaje blanco de Panchito! -¡Ay no! ¡Me he quemado con esta pintura roja! -exclamó Panchito desesperado.

Panchito corrió hasta el río más cercano para intentar lavarse la pintura, pero al sumergirse en el agua fría se resbaló en una piedra y cayó de hocico al agua.

-¡Glub glub! ¡Ayuda! ¡Me he mojado y resbalado al mismo tiempo! -gritaba Panchito tratando de mantenerse a flote. Afortunadamente, unos patitos que nadaban cerca escucharon los gritos de Panchito y fueron a socorrerlo. Con mucho esfuerzo lograron sacarlo del agua y llevarlo sano y salvo a la orilla.

-Gracias amigos patitos por salvarme. Aprendí que debo tener cuidado cuando juego con cosas desconocidas -dijo Panchito mientras les daba un abrazo a sus nuevos amigos plumíferos.

Desde ese día, Panchito entendió la importancia de ser prudente en sus travesuras y siempre recordaba aquel incidente antes de lanzarse a alguna nueva aventura. Y así, entre risas y ladridos felices, nuestro amigo canino siguió explorando el mundo con valentía pero también con precaución.

Porque como bien dice el refrán: "Más vale prevenir que lamentar".

FIN.

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