Panchito y la Tormenta Mágica
Era un día nublado en la ciudad y Panchito, un niño de siete años, se encontraba jugando en el parque. De repente, el cielo se oscureció y empezó a chispear. Panchito miró hacia arriba y sintió que el miedo se apoderaba de él.
"No, no! La lluvia no, por favor!" - exclamó, cubriéndose los oídos con las manos.
Luego, una estruendosa bofetada de trueno retumbó por el aire.
"¡Mamá!" - gritó Panchito, corriendo a casa.
Cuando llegó, la lluvia comenzó a caer con fuerza y los relámpagos iluminaban la habitación.
"Panchito, ¿qué pasa?" - preguntó su mamá, preocupada.
"Los truenos y los relámpagos me asustan, mamá. ¡Quiero que paren!" - respondió él, acurrucándose en su cama.
Ese día, Panchito se quedó en su habitación, tapado hasta la cabeza con la manta, tratando de ignorar el rugido de la tormenta. Pero no estaba solo. Desde el fondo de su armario, algo mágico estaba a punto de suceder.
Al principio, sólo oyó un suave susurro.
"Panchito... Panchito..." - decía una voz melodiosa.
Él asomó su cabeza por debajo de la manta, curioso.
"¿Quién está ahí?" - preguntó, sintiéndose temeroso.
Entonces, un pequeño duende con alas brillantes salió volando de su armario.
"¡Hola, Panchito! Soy Luma, el duende de las tormentas. No temas, estoy aquí para ayudarte a ver que la lluvia es mágica y divertida!" - dijo Luma, haciendo piruetas en el aire.
"¿Mágica?" - preguntó Panchito, frunciendo el ceño. "Pero me asustan los truenos..."
Luma sonrió.
"Déjame mostrarte. La lluvia ayuda a las flores a crecer y a los animales a jugar en los charcos. ¡Si sales, podrías disfrutarlo!"
Panchito dudó, pero Luma parecía tan alegre que decidió intentarlo.
"¿Te parece si lo probamos?" - preguntó él.
"Claro, ¡vamos!" - dijo Luma, tomando la mano de Panchito.
Con un parpadeo, se encontraron afuera, bajo la lluvia. Mientras las gotas caían sobre ellos, Luma comenzó a danzar en el aire.
"¡Mira!" - exclamó el duende. "Cuando la lluvia cae, las flores empiezan a bailar también!"
Panchito miró a su alrededor y vio cómo los árboles se movían suavemente con el viento y las gotas de agua.
"¡Es verdad!" - dijo, sonriendo por primera vez.
Luego, un trueno sonó fuerte. Panchito se asustó, pero Luma lo animó.
"Cada trueno es solo un tambor que acompaña a la danza de la lluvia. ¡Vamos a bailar!"
Juntos, empezaron a saltar y a girar en los charcos, y cada vez que un trueno resonaba, Panchito sonreía más.
"¡Es divertido!" - gritó él, dejando que el miedo se desvaneciera.
Cuando la tormenta terminó, el sol asomó tímidamente entre las nubes y apareció un hermoso arcoíris en el cielo.
"¡Mirá!" - dijo Luma emocionado. "Es el regalo de la lluvia. Siempre trae belleza después de la tormenta."
Panchito miró con asombro y se sintió más valiente.
"Gracias, Luma. Ahora sé que la lluvia puede ser divertida y hermosa. ¡No le tengo miedo más!" - exclamó Panchito.
"Siempre que la lluvia suene, recuerda: ¡es tiempo de magia!" - respondió el duende, despidiéndose con un suave giro.
De regreso a su habitación, Panchito se sintió un niño nuevo. Sabía que las tormentas no eran un enemigo, sino un momento especial lleno de aventuras.
Desde ese día, cada vez que escuchaba truenos, recordaba a su amigo Luma y lo maravilloso que era jugar bajo la lluvia. Y así, Panchito aprendió a amar la lluvia, dejando atrás su miedo y abrazando la magia de la naturaleza.
FIN.