Pancho, el burrito escolar


Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Burrito, donde todos los animales iban a la escuela para aprender y divertirse. Había perritos, gatitos, conejitos y hasta un simpático burrito llamado Pancho.

A Pancho le encantaba observar a los niños entrar a la escuela cada mañana con sus mochilas y cuadernos, y soñaba con poder hacer lo mismo.

Un día, mientras Pancho pastaba en el campo cercano a la escuela, vio a través de la reja a los niños corriendo y riendo en el patio. Se acercó tímidamente al portón y miró con anhelo hacia el edificio escolar.

Sabía que no era un niño como ellos, pero su deseo de aprender era tan grande que decidió intentarlo. Con determinación, Pancho se acercó al guardia de seguridad que custodiaba la entrada. "¡Hola! ¿Puedo ingresar a la escuela?", preguntó nervioso.

El guardia lo miró sorprendido por un momento antes de responder:"Lo siento, amigo burrito, pero esta es una escuela solo para niños". Pancho bajó la cabeza desanimado, pero su espíritu perseverante no se detuvo. Decidió probar otro plan. Se dirigió al salón del director y golpeó suavemente la puerta.

"¡Buenos días! Soy Pancho el burrito y quiero ser parte de esta maravillosa escuela", dijo con entusiasmo. El director, asombrado por la valentía del pequeño burrito, sonrió amablemente y le dijo:"Lamento decirte que los animales no pueden ser alumnos aquí".

Pancho sintió un nudo en su garganta pero recordando su sueño respondió:"¿Qué puedo hacer para demostrarles que también puedo aprender?"El director reflexionó por un momento antes de tener una brillante idea.

"Tal vez puedas ayudarnos en el jardín de la escuela. Necesitamos alguien que cuide las flores y plantas", sugirió. Pancho aceptó emocionado esa oportunidad e inmediatamente comenzó a trabajar arduamente en el jardín.

Regaba las plantas todas las mañanas, quitaba las malas hierbas y aseguraba que todo estuviera limpio y ordenado. Los niños lo veían trabajar con admiración desde sus clases e incluso empezaron a llevarle zanahorias como muestra de aprecio. Pronto Pancho se convirtió en parte querida de la comunidad escolar.

Un día mientras regaba las rosas del jardín vio algo extraño entre las hojas: ¡una mariposa atrapada! Sin dudarlo dos veces buscó ayuda para salvarla. Los niños se reunieron alrededor mientras liberaban delicadamente a la mariposa herida.

Impresionados por su bondad y valentía decidieron hablar con el director para pedirle que permitiera a Pancho ingresar oficialmente como alumno de la escuela.

Finalmente después de una larga reunión entre directivos llegaron a una conclusión: ¡Pancho podía quedarse! No como estudiante formal sino como mascota oficial del colegio. Desde ese día todos los días antes del timbre inicial los chicos corrían al jardín para saludar a Pancho quien les enseñaba importantes lecciones sobre amistad, solidaridad y respeto por todas las criaturas vivientes.

Y así fue cómo un humilde burrito logró cumplir su sueño educativo gracias a su perseverancia bondad e amor por aprender.

Dirección del Cuentito copiada!