Pancho, el pan con corazón



Había una vez en la Pampa Argentina, un gaucho llamado Cholo y su amiga China Chalola. Ambos eran muy traviesos y siempre buscaban nuevas aventuras para divertirse. Un día, mientras paseaban por el campo, encontraron un pan abandonado.

El pan parecía triste y solitario, así que decidieron acercarse a él para hacerle compañía. "¡Mira, Cholito! Este pan parece estar muy triste", dijo China con preocupación. "Sí, China. Parece que nadie lo quiere", respondió Cholo con tristeza.

Decididos a hacer algo al respecto, los dos amigos llevaron el pan a su hogar en el rancho. Lo limpiaron cuidadosamente y le dieron un lugar especial en la mesa. "Desde ahora serás nuestro amigo Pancho", exclamó Cholo emocionado.

Pancho se sintió feliz de tener nuevos amigos y poco a poco comenzó a recuperar su alegría. Los días pasaban y Pancho disfrutaba de las historias que le contaban Cholo y China sobre sus aventuras en la Pampa.

Sin embargo, un día llegó un grupo de gauchos del pueblo vecino al rancho de Cholo y China. Estos gauchos no eran tan amigables como ellos dos, pues se burlaron de Pancho por ser solo un simple pan.

"¡Ja ja ja! ¿Qué hace este pan aquí? ¡Es tan ridículo!", se burló uno de los gauchos mientras los demás reían sin parar. Cholo y China no pudieron soportar ver cómo se burlaban de su querido amigo Pancho.

Así que tomaron una decisión valiente: retaron a los gauchos a una competencia de habilidades en el campo. El día de la competencia llegó y Cholo y China demostraron sus destrezas con el lazo, montando a caballo y jugando al truco.

Los gauchos quedaron sorprendidos por las habilidades de los dos amigos. Cuando llegó el turno de Pancho, todos esperaban ver cómo se burlarían nuevamente.

Pero para sorpresa de todos, Pancho comenzó a cantar una hermosa canción que llenó el aire con su dulce voz. "¡Ohhh! ¡Qué maravilla!", exclamaron los gauchos asombrados. La canción de Pancho tocó los corazones de todos los presentes, incluyendo a esos gauchos malhumorados.

Se dieron cuenta de lo equivocados que estaban al juzgar a alguien solo por su apariencia. Desde ese día, Cholo, China y Pancho se convirtieron en grandes amigos no solo para ellos mismos sino también para toda la comunidad.

Aprendieron que no importa cómo se vea alguien o algo, lo importante es lo que hay en su interior.

Y así, Cholo, China y Pancho vivieron felices en la Pampa Argentina compartiendo risas y aventuras junto a otros amigos que aprendieron esa valiosa lección: nunca juzgues un libro por su tapa o un pan por su forma.

FIN.

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