Pancho el Perezoso y la Aventura del Bosque Encantado
Era un soleado día en el colegio Miguel de Cervantes, donde los niños del 1° B estaban ansiosos por explorar el bosque cercano a su escuela. Entre risas y juegos, escucharon a su maestra, la señorita Clara, que les decía:
"Hoy vamos a aprender sobre la importancia de cuidar nuestro entorno. ¿Quién quiere ir a recoger basura al bosque?"
Los niños levantaron las manos emocionados, pero no todos. Pancho el Perezoso, conocido por su calma y tranquilidad, se quedó sentado en su banco.
"¿Por qué no querés venir, Pancho?" - preguntó Lucía, una de sus compañeras.
"No sé, me da un poco de pereza..." - respondió Pancho con una sonrisa perezosa.
"No tenés que hacer mucho, solo ayudar un poco y así podemos jugar después. Además, el bosque es nuestro hogar y debemos protegerlo" - dijo Tomás, entusiasmado por la idea.
A pesar de su pereza, algo en las palabras de Tomás hizo que Pancho sintiera curiosidad.
"Está bien, iré, pero solo porque quiero también jugar después" - dijo Pancho, decidido a no dejar que su pereza lo detenga.
Cuando llegaron al bosque, los niños se pusieron a recoger basura, riendo y disfrutando de la actividad. Pancho, al principio, se sintió un poco incómodo, pero al ver cómo todos se ayudaban y compartían historias sobre el bosque, empezó a disfrutarlo.
Mientras recogían, encontraron un viejo árbol caído con una misteriosa mariposa azul que danzaba alrededor.
"¡Miren eso! ¡Es hermosa!" - exclamó Lucía.
La mariposa se posó sobre la mano de Pancho.
"¡Qué suerte tenerla cerca!" - dijo él, admirándola.
"¿Y si la seguimos? Quizás nos lleve a un lugar especial" - sugirió Tomás, emocionado.
Los niños, llevados por la curiosidad, comenzaron a seguir a la mariposa. Después de un rato, llegaron a un claro lleno de flores de todos los colores y un río que brillaba bajo el sol.
"¡Es un lugar mágico!" - asombró Pancho.
"No puedo creer que exista un lugar así aquí cerca" - dijo Lucía, tocando las suaves flores.
Deslumbrados por la belleza, decidieron hacer un picnic. Pancho, que antes estaba un poco cansado, se sintió lleno de energía y comenzó a ayudar a preparar la comida y a contar chistes que hicieron reír a todos.
"Estoy feliz de haber venido, aunque al principio tenía pereza" - admitió Pancho con una gran sonrisa.
Después de un rato, la mariposa volvió a aparecer y pareció bailar en el aire como si los estuviera animando a seguir explorando.
"Sigamos a la mariposa, quizás nos lleve a más sorpresas" - propuso Tomás.
Al seguirla, llegaron a un hermoso puente de madera que cruzaba el río. De repente, escucharon un ruido peculiar. Drín, drín, drín... Era el sonido de risas y música.
"¿Qué será eso?" - preguntó Lucía, asombrada.
Decidieron cruzar el puente, donde encontraron a otros animales del bosque, como un conejo músico y una tortuga bailarina que organizaban una fiesta.
"¡Hola, amigos! ¡Bienvenidos!" - saludó el conejo, llevando en su conejera un tambor hecho de hojas.
"¿Querés tocar con nosotros, Pancho?" - preguntó la tortuga.
Pancho, emocionado, comenzó a tocar un tambor improvisado con las hojas. Vio cómo todos los animales bailaban y disfrutaban, y se dio cuenta de que su pereza había desaparecido. Era un momento lleno de alegría y amistad.
La mariposa los miraba desde lo alto, como si supiera que había reunido a esos amigos para una maravillosa aventura.
"Estoy feliz de haberte ayudado a salir de tu zona de confort, Pancho" - dijo Tomás, mientras todos continuaban bailando.
Cuando el sol comenzó a esconderse, los niños supieron que era hora de regresar. Pancho, que antes era conocido por ser perezoso, ahora estaba lleno de energía y felicidad.
"Esta aventura fue increíble, ¡cuidemos siempre nuestro bosque!" - dijo con entusiasmo.
"Y no olvidemos pasar más tiempo juntos, eso también es importante" - añadió Lucía.
Regresaron al colegio, llevando consigo no solo basura recogida, sino también recuerdos y un nuevo compromiso de cuidar su entorno.
Desde ese día, Pancho el Perezoso aprendió que a veces, salir de la zona de confort podía llevar a aventuras mágicas, y que la amistad y el cuidado del medio ambiente son tesoros más grandes que el tiempo que se tarda en encontrarlo.
FIN.